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Valentina ya no sabía qué hacer, no sabía qué decisión tomar... estaba consciente de que Juliana no tenía la culpa... pero tampoco ella la tenía, ¿podría manejar la culpa de romper su corazón si decide no continuar con la morena?

Todos estos pensamientos la torturaban cada noche sin falta, dormía, sí, pero el sueño no duraba lo suficiente, acababa en cuanto Juliana empezaba a hablarle.

Por alguna razón su cuerpo la traicionaba al dormir, cuando despertaba, Juliana ya la sostenía en sus brazos, escuchaba cada una de las palabras de la morena, y cuando sentía que su desconocida esposa por fin se quedaba dormida, ella se soltaba de sus brazos y se dedicaba por el resto de la noche a pelear consigo misma.

Su cuerpo ya le estaba pasando la factura de no dormir por las noches, varias veces se había quedado dormida por las tardes en el sofá, incluso en el pequeño comedor, bajo la mirada sospechosa de Juliana.

Llevaba varios días conviviendo con Juliana, y sentía que cada día la conocía más, habían platicado cosas sencillas, desde el día que le había platicado cómo se conocieron no le había contado algo más, sabía que Juliana estaba evitando los temas de su noviazgo o su matrimonio, prefería no insistirle, la morena lo hacía porque una vez terminados esos temas, vendría la verdadera plática, y las dos estaban evitando la realidad, una por un amor incondicional, y la otra por evitar sentirse culpable.

Pero escuchaba cada noche sus palabras.

La abrumaba darse cuenta del profundo amor que Juliana sentía por ella.

Sentía el anhelo y desesperación de Juliana cada vez que en medio de susurros le suplicaba que la quisiera de nuevo.

Podía sentir como su corazón se rompía al escuchar la voz rota de su esposa.

¿Cómo le hacía para pedirle a su corazón que respondiera con la misma intensidad los sentimientos de la mujer que cada noche se aferraba a su cuerpo como si sintiera que si la soltaba tan solo un poco desaparecería de su vida y con ella se iría su alma?



.
—Buenos días— saludó la morena al ver que Valentina ya estaba despierta.

—Hola.

—¿Estás bien? Pareces cansada.

—Me desperté un poco temprano, pero estoy bien, ¿qué haremos hoy?

—Conquistar el mundo— respondió Juliana tratando de sonreír "si pudiera conquistarte a ti, conquistaria el mundo"

—Me parece excelente.

—Pero creo que eso tendrá que esperar, hoy tenemos que ir con el doctor.

—Por fin... ¿crees que ya me deje regresar a mi trabajo?

—Puedes hacerlo desde aquí Val.

—Lo sé, pero quiero poder salir.

—Creo que eso es mi culpa, me refiero al hecho de que no salgas.

—No Juls, tranquila, sé que te preocupas por mi, y me siento muy bien, lo prometo— consoló Valentina, no quería hacerla sentir mal.

—¿Te parece si nos alistamos, desayunamos, y después te llevo al doctor? Nos aseguramos que no hay ningún peligro y te invito a comer a donde quieras, ¿qué tal ese plan?

—Es un plan maravilloso, puedes alistarte tu, yo bajaré a darle de comer a Merlín.

—¿Segura?

—Sí, completamente, anda, tardate lo que quieras, regreso en un rato.

—Va, después haré el desayuno.

Tu memoria en mi pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora