Capítulo 30

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Alessandra

Por fin es viernes, la semana se me ha pasado muy lenta por el trabajo. Nunca pensé que sería tan coñazo. Viendo que es la hora de comer decido bajar a la cafetería, pero en el camino me encuentro a Alonzo.

—Iba a buscarte, acaba de mandar un correo Iván, nos quiere ver en la sala cinco.

—Joe, iba a ir a comer— le respondo dándome la vuelta para dirigirme a la sala de reuniones.

—Pues eso me da a mi, que va a tener que esperar— dice riéndose.

Una vez que entro en la sala, Iván se me queda mirando fijamente, pero le ignoro completamente y me siento. Estoy muy cansada y no estoy para sus tonterías.

Se ha pasado algún que otro día por casa, pero se quedaba él con Azriel, mientras yo hacía cosas.

—Tomen asiento por favor— dice señalando con sus brazos. — Tras haber analizado todos sus informes, he tomado la decisión de actuar. Incautaremos uno de sus laboratorios, se encuentra en uno de los barrios marginales de Roma. He empezado a estudiar el perímetro y no tendremos ningún problema. Será un plan sencillo y rápido. Actuaremos la noche del jueves. Así qué ya saben que tienen que hacer. Pueden retirarse.

Y con eso todos nos largamos, durante la corta reunión he podido ver que Iván no dejaba de mirarme, por eso según nos ha dicho que nos podemos ir, he sido la primera en salir.

Cuando llego a la cafetería, pido algo para poder llevármelo a mi despacho, no estoy de humor para hablar con nadie. Cuando llego enciendo mi teléfono y escribo un mensaje a Adrián, para pedirle que vaya esta tarde a mi casa porque necesitamos hablar.

Me encierro todo el día en el despacho, cuando veo que ya es la hora, recojo mis cosas y me dirijo a buscar a Azriel.

—Hola Sofía— me dice Blanca cuando entro en la escuela— Esta en las mesas del fondo con el General.

Según dice esa palabra puedo notar como un escalofrío recorre mi cuerpo. Que coño quiere este ahora, no estoy para que me toquen los huevos con sus tonterías.

Me dirijo al fondo del aula y le veo con él, recogiendo sus cosas.

—Qué haces.

—Y buenas tardes a ti también teniente— me dice sonriendo.

Le ignoro, se que me esta provocando, sabe que tengo un día horrible y que no estoy para tonterías. Desvío la atención en el pequeño que viene a mi corriendo.

—No necesito tu ayuda. Nos vemos el lunes.

—Respecto a eso, me lo quedo este fin de semana— le miro.

—Perdona. Como que te lo llevas. — pongo al niño en el suelo.

—¿Estás sorda? Yo creo que no.

—Tu te crees que me puedes avisar así de repente.

—Te lo intente decir hoy, pero como has salido huyendo pues no me has dado la oportunidad.

—Esto se dice antes joder. Y tienes que pedirme permiso.

—Porque coño te tengo que pedir permiso.

—Sabes que, me da igual. No me apetece discutir. Te espero el domingo por la tarde— me giro y voy a buscar a Azriel que esta recogiendo sus cosas— Este finde te vas a ir con papá— no creo que haya salido esa palabra de mi boca— Pórtate bien.

—Yo te quiero. — me dice abrazándome.

—Yo también.

Y con eso le doy un beso y me marcho.

InfiltradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora