Capítulo 31

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Alessandra

Suena el teléfono.

—Estoy fuera.

—Vale, ya salgo. Adrián has organizado ¿todo?

—Si

Termino la llamada, cojo mi cazadora y salgo de mi despacho. Según salgo del callejón me encuentro dos Range Rover negros. En uno se abre la puerta y me monto. Cierro la puerta del copiloto y el coche empieza a moverse por las calles a toda velocidad.

—Ni una palabra a mi padre hasta que este terminado todo. —digo.

—¡Porque cojones le pagaron para pillar información! — grita Adrián.

—Es una cosa que vamos a averiguar dentro de un rato, y no pienso dejar a ese hijo de puta vivo.

De repente el coche se para, nos encontramos lo suficientemente lejos del punto de encuentro para que no nos encuentren. Me bajo del coche y veo a mi grupo de hombres. Adrián posa su mano en la parte baja de mi espalda y me guía hasta una persona.

—Señorita Russo— dice el hombre.

—¿Tienes chaleco antibalas? — afirma moviendo la cabeza para contestarme— Te han dado el micrófono y todo lo necesario.

—Así es.

—Dirás todo lo que te diga Adrián. — me giro para mirar a todos— No quiero ni un puto error. Vamos a demostrar a esos cabrones que cojones pasa, si meten a una rata en nuestro territorio.

Miro la hora, quedan 15 minutos. Me coloco mi chaleco, y el pinganillo en el oído.

—Me siento ridícula con esto. Recuérdame porque cojones me lo tengo que poner. — le digo Adrián revisando que todo el mundo esta listo.

—Porque quiero que no te atraviese una bala y acabes muerta— le miro con su respuesta y pongo los ojos en blanco.

—Exagerado. ¡Todo el mundo a su puesto!

Adrián que estará todo el rato conmigo, se pone detrás de mí y nos dirigimos a un punto. No nos ha dado tiempo de preparar todo a la perfección, pero desde nuestro territorio hay personas mirando todas las cámaras y nos avisaran si pasa algo.

—Objetivo acercándose— dicen por el interlocutor.

—Conseguiste las pruebas— dice el objetivo.

—Si, fotos y conseguí grabar un vídeo.

—Perfecto. Has tenido cuidado de que no te sigan ¿no? Dánoslo.

—Cuantos son— pregunto

—Tres tíos rodeando al objetivo, y cinco observando al perímetro.

—Mi grupo los del perímetro. El resto los guardaespaldas, repito, nadie toca al objetivo.

—Ahora mismo quien tiene las de perder eres tú, así que no me voy a repetir.

—¡Ahora! — grito

Salgo de mi puesto sacando la pistola y disparando al guarda más próximo a mi zona.

—Russo listo— digo para confirmar que el guarda ha caído.

Después de mí, escucho cuatro veces más el listo, y nos acercamos hacia donde esta el objetivo. Se encuentra rodeado por mis hombres, no para de mirar a los laterales.

—Te creías que podías meterte en mi territorio sin que me enterase. — digo adentrándome.

—Pero a quien tenemos aquí— dice abriendo los brazos— Y yo pensando que Massimo Russo se presentaría aquí. Porque no le dices a ese cobarde de jefe que salga de su cloaca.

InfiltradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora