Capítulo 50

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El resto del día pasa tranquilo para ella, pero lioso para mí. Lleva todo el día encerrada con Azriel en su nueva habitación jugando, cuando observé que se encontraba a gusto la deje sola, pues yo tengo que hacer muchas cosas.

Antes de encerrarme en mi despacho, me aseguro de que algunos guardas los vigile, en caso de que ella necesitase algo.

Según me siento dedico encender mi móvil, pues lo apagué porque quería estar pendiente de Alessandra y esto era una distracción continua.

No me sorprende ver 30 llamadas perdidas de mi padre, no se si llamarle o no. En algún momento tendremos que hablar, pero no se si me apetece ahora.

Me quedo observando el móvil, hasta que decido quitarme este problema encima, tengo demasiados acumulados.

—Hombre, pero si tengo un hijo. ¡Porque coño tenías el teléfono apagado! No sabía nada de ti ¡Quieres contestarme!

—Como quieres que te conteste si no me dejas hablar.

—Vas a contarme que coño paso en la misión o a que esperas.

Resoplo, y le cuento a mi padre toda la historia con todos los detalles.

—¿Y ella esta en casa? — me pregunta.

—Si.

—Te apoyaré en todo lo que tu quieras, pero déjame darte un aviso. Ten cuidado, esa chica no se va a quedar de brazos cruzados esperando a que tu llegues con la victoria. En algún momento saldrá de la mansión y cobrará la venganza, además de que ella tiene su gente.

—Lo se padre, tengo que hablar con ella.

Tras esas palabras me despido y le cuelgo.

Me paso el día revisando los papeles que tengo que firmar, contratos, y ver el estado de nuestras propiedades, pues seguramente una guerra estalle.

Soy interrumpido, cuando abren la puerta del despacho y aparece Azriel con Cris, mi asistenta.

—¿Papa, tu cenar conmigo?

Miro el reloj sorprendido de la hora que es, he estado todo el día tan metido que no me he dado cuenta de las horas que eran.

—Ahora voy ¿y mamá? — pregunto curioso.

—No esta— dice Cris nerviosa

—¿Cómo que no esta?

—El equipo de seguridad la esta buscando, fue a la cocina un segundo y no volvió.

Joder, lo tendría que haber sabido. La única oportunidad de escaparse era si yo estaba escondido.

—Azriel, mamá te dijo algo— le pregunto agachándome para estar a su altura.

El niega con la cabeza. Pero la conozco lo suficiente como para saber que volverá, pero aun así me niego a que cometa alguna estupidez.

—Voy a ir a buscarla, ahora vengo— le digo esto ultimo dándole un beso en la cabeza.

Salgo disparado hacia la puerta de entrada, donde al parecer veo a mis guardias de seguridad mirarme con nerviosismo.

—Solo uno, — les digo mirando a todos— teníais un solo puto trabajo. Me da igual las escusas, preparar el coche.

Ellos asienten y se van corriendo.

Salgo al parking y me monto en el vehículo que ya esta listo.

—¿A dónde jefe? — me preguntan.

—Mansión Russo, y más os vale pisarle. — digo enfadado.

InfiltradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora