Los dioses tienen a sus descendientes, aquellos que deben seguir su legado en la tierra para que todo se mantenga en equilibrio.
Un ejemplo de ello es Leo, quien como hijo de Ao Guang (Rey dragón del mar del este) ha sido entrenado desde niño para u...
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Ya no se escuchaban disparos, tampoco parecía haber mayor movimiento más allá de los ríos de fuego y agua que aún mantenía Leo. Tanto Tao como yo lo mirábamos sin saber muy bien qué más hacer, pareciera que no había más soldados pero él no se detenía.
Me di cuenta que realmente estábamos cerca del mar cuando éste comenzó a embravecerse y las olas golpeaban con fuerza contra la plataforma.
De pronto Tao me soltó y corrió hacia una figura que se recortaba contra la salpicadura de las olas y que hasta el momento no había visto. Cuando ambos se encontraron se abrazaron con fuerza, aunque no les presté demasiada atención pues seguía viendo a Leo:
Él había comenzado a avanzar, hacia el lado contrario de donde el nuevo chico había llegado, y aunque estábamos rodeados por el bosque suponía que más allá debía estar la ciudad.
—¡Leo! —le grité pero no podía me hizo caso, sólo siguió avanzando.
Estaba a punto de correr a alcanzarlo pero una mano en el hombro me detuvo, al voltear vi que Tao me había alcanzado junto a su compañero. En sus rasgos me pareció distinguir a Kris, aunque también estaba cambiado:
Su cabello largo era rojo con las puntas naranjas, tanto sus ojos como su nariz y boca estaban delineados con negro. Lo más llamativo era, además de los afilados dientes de tiburón que vi cuando habló, era el cuerno perlado que tenía un poco más arriba del nacimiento de su cabello.
Sus iris era de un azul muy claro, rodeados de negro al igual que sus otros rasgos. Me miraban fijamente como analizando lo que era o lo que ocurría.
—¿BaiHu? —preguntó, con un acento algo extraño.
—No... estoy seguro, —confesé algo confundido.
—N-hyung es un descendiente, al igual que tú tampoco es un hijo directo, y acaba de despertar. —Me di cuenta de pronto que, aunque estaban hablando en chino, podía entender perfectamente el significado de sus palabras.
Kris me miró con una sonrisa más simpática... al menos todo lo simpática que podía ser con esos dientes puntiagudos asomando por su boca.
—Tranquilo, sé lo difícil que puede ser al inicio, pero con el tiempo te irás acostumbrando. De momento, debemos detener al hijo de Ao Guang antes de que destruya el lugar.
Mientras hablaba, su expresión pasó de ser afable a ser "salvaje", era la única palabra con la que lo podría definir.
—¡No! No, espera, dame un momento, déjame intentar hablar con él, —pedí asustado.
—Es peligroso.
—No, él es mi amigo. Dame una oportunidad de hablar con él, solo una.
Kris suspiró, por algunos momentos temí que si no me dejaba ir en realidad no podría hacerlo, era enorme y fácilmente podría subyugarnos a Leo y a mi.