11. Bucky Barnes

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Pedido: No.

Advertencias: pesadillas, inseguridad, ptsd, Bucky no cree que es digno de amor, hurt/comfort, mutual pining, angst, empieza bastante triste pero al final es super tierno



Aleena se despertó de manera repentina. Una ligera capa de sudor frío le envolvía el cuerpo y una extraña sensación de angustia y desolación le apretaba el pecho, dificultando su respiración. Se sentó en la cama, contemplando la oscuridad de su habitación por unos segundos mientras trataba de calmarse y comprender que le estaba sucediendo.

Recuerdos borrosos y oscuros inundaron su mente. Cerró los ojos e intentó concentrarse en ellos, pero las imágenes se le escapaban. Cada vez que creía estar cerca de la respuesta, esta se alejaba de ella, dejándola aún más confundida. Sin embargo, era capaz de distinguir las emociones que aquellas imágenes confusas le generaban con perfecta claridad.

Se sentía vacía, sola y asustada. La angustia que la invadía era tal que los ojos se le llenaron de lágrimas. El temor la mantenía paralizada en su lugar. Pero a pesar de todo, muy en el fondo de su ser, podía sentir una rabia e impotencia impresionante. Un pequeño destello de agresividad escondida en lo profundo que luchaba por sobrepasar a las demás emociones.

Entendió entonces que su condición se debía a una pesadilla, pero no era su pesadilla. Los recuerdos y emociones que estaba experimentando eran reales, pero no le pertenecían. Contaban la historia de un hombre mucho mas roto que ella que sufría las consecuencias de años de abuso, manipulación y tortura.

Bucky estaba durmiendo en la habitación contigua a la suya y, por la forma en la que se había despertado, Aleena supo que estaba teniendo otra pesadilla. Los poderes mentales de la joven le permitían conectarse con él en una manera en la que nadie más podía, y es por eso que se había ofrecido a ayudarlo a reconstruir su psiquis cuando por fin se liberó de Hydra. Los wakandianos habían hecho un gran trabajo al desprogramar los comandos que la organización había implantado en la mente del pobre Bucky para obligarlo a que hiciera su trabajo sucio. Finalmente él era libre, pero eso no significaba que su mente estuviera en buenas condiciones.

Uno de sus más grandes problemas eran las pesadillas. Bucky ya no era el Soldado del Invierno, pero los recuerdos de todas las cosas que había hecho seguían en su mente. Los rostros de todas las personas a las que había lastimado, sus últimos momentos antes de morir bajo sus manos, todo estaba grabado en su memoria con la misma intensidad con la que Hydra había grabado los comandos en su mente. Todo por lo que paso, la tortura y la experimentación a la que fue sometido seguía doliéndole como si aun estuviera pasando por ello.

Aleena se levantó de su cama y se encaminó a la habitación de Bucky con el corazón roto en mil pedazos. Le dolía saber que a pesar de por fin ser libre, él siguiera estando tan destrozado por dentro. No había nada que quisiera en este mundo más que tener la habilidad de quitarle el peso del dolor y la culpa de los hombros y dejarle solo sentir la paz interior que tanto merecía. Con gusto ella soportaría sus desgracias por un rato si eso significaba que Bucky podría ser feliz por tan solo un momento.

Desgraciadamente, ella no podía hacer tal cosa. Bueno, más exactamente, Bucky no la dejaba hacer nada remotamente parecido. Él quería tener todos los recuerdos horribles, sentir el dolor y la culpa, porque pensaba que eso era lo que merecía. Ese era el precio que tenía que pagar por haber acabado con la vida de tantas personas inocentes. Eso era lo mínimo que podía hacer por la memoria de sus víctimas. La culpa le impedía ver que, en realidad, él era una víctima también, y los únicos responsables de toda la sangre que manchaba sus manos era Hydra.

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