#Twenty-Seven

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Érase una vez....

Érase una vez....

Leía la misma frase, una y otra vez, ya la había repasado como unas doce veces y su cabeza todavía no le daba el orden y la coherencia que necesitaba. Era extraña la sensación de tener esa libreta en sus manos, abierta justo en la página con la que comenzaría su sueño de ser escritor, el mal sabor de boca no se iría, ni con toda la nostalgia del mundo; La letra desordenada, angulosa y separada, le revelaban lo infantil de la época en la que escribió aquel cuento.

No tenía caso tratar de seguir leyéndolo, su mente no estaba preparada para los recuerdos que la conclusión de ese libro dejaría pasar y tampoco para las posibles lágrimas y recuerdos amargos que, estaba seguro, embaucarían su cabeza sin tregua ni tiempo para respirar.

Prefirió cerrarla, sin delicadeza porque no la merecía (y a la vez sí), y repasar otras tantas veces, el bordado de color oro sobre el cuero de la tapa. Conocía el relieve, las endiduras y cada puntada de las dos únicas letras que figuraban en medio de todo.

JF

Su celular berreó con fuerza en medio del silencio conflictivo, y Jack no dudó en soltar el cuadernillo como si le quemara, para poder agarrar el teléfono que timbraba.

—¿Hola?— su voz era un murmullo ronco, solitario en medio de la habitación.

—¡Hey! ¿Vas a venir?— pregunta Hiccup, hay leves murmullos que le siguen a su voz, risas y conversaciones indistintas.

—Eh...— le cuesta un poco de trabajo volver a la realidad y recordar la reunión que improvisaron, frota su frente con los dedos y asiente, aunque Hiccup no puede verlo.—Sí, claro, ya... ya voy en camino.

—¡Apresúrate! Ya Miguel está aquí con el asiático, y Mérida.

—¿Y Rapunzel y las Arendelle?— aprieta los labios, remplazó a último minuto la pregunta, porque sería capaz de preguntar sólo por Elsa.

—Elsa y Anna están en algo con John, así que él las traerá más tarde— una pausa, un golpe seco y una risita se escuchan en la otra línea. —¡Deja eso!— le grita a alguien. —Y Rapunzel dice que si puedes pasar por ella, Eugene no irá y le da pánico manejar hasta acá.

Por breves instantes, Jack ojea el reloj digital y decide que aún tiene tiempo.

—Claro, la llamaré y le diré que ya voy para allá—. Recibe un "de acuerdo" y tras una despedida, Jack salta fuera de la cama.

Cruzando el pasillo, los ojos verdes de Aster que queman la nuca, sabe que está ahí porque ha escuchado la puerta cerrarse tras suyo, es incómodo, Jack trata de ignorarlo pero la impaciencia le gana y gira su cabeza, sólo lo suficiente para observarlo sobre el hombro.

—¿Se te ofrece algo, Aster?— no lo ve por completo, a penas y su silueta, pero el movimiento de sus hombros encogiéndose, es tan inconfundible como molesto.

—¿Te encontrarás con ella?— es un tono pesado, como si arrastrara las palabras con un dolor en el pecho, pero la altanería y el rencor aún no daban tregua en su voz. Siente la genuina necesidad de insultarlo, empujarlo y recordarle lo que le pidió cuando discutieron la última vez. Pero no caería tan bajo.

En vez de eso dice:

—¿Te importa?

—Sí.

—Pues no debería—. Concluye sin hesitar, y sobre sus talones, retoma las escaleras y baja con un falso aire despreocupado, para disimular la tensión que sentía sobre su espalda en ese instante. —¡Espero que hayas recargado la gasolina de mi auto al menos!

#TeQuiero (Jelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora