#Thirty-one

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Como un globo, Jack infla sus pulmones de aire y toca la puerta con los nudillos, es suave, pero se asegura de ser escuchado; Y mientras el silencio tenso le rodea, mira la madera pintada de blanco, ya necesita un retoque. La pintura se transparenta y oscurece en ciertas zona, sin contar las abolladuras que en algún descuido pudo haberle hecho cualquiera.

Luego, la voz de adentro, muy lejana y amortiguada, le invitan a pasar con cierta reticencia pues Aster sabe perfectamente que es Jack quien toca. Reconocería esa forma de tocar la puerta en cualquier lado.

Con un chirrido, aún más incomodo y poco confortante, la puerta se abre cuando el pomo cede, y Jack puede ver a su primo sentado en la cama, con las manos sobre las rodillas, mirándolo como a un espejismo con las mejillas pálidas. Jack aprieta la rueda de metal que aún era prisionera de sus manos, tanto que siente su piel ser pellizcada por la perilla y el anillo de oro que siempre carga consigo. Se obliga a hablar:

—Tengo que hablar contigo—. Le dice, no suena molesto, pero tampoco contento. Eso le avisa de antemano a Aster que no está ahí por voluntad propia precisamente.

Eleva las cejas negras sobre los ojos verdes y sombríos, mientras palmea sus piernas.

—Si no hay de otra....—. Con el gesto apretado, mira a todos lados menos a Jack, el corazón va a explotarle en cualquier momento y aprieta la mandíbula para no decir lo incomoda y molesta que es su presencia. —¿Quieres sentarte?

Jack mira la silla frente a la cama y niega, no va a sentarse frente a él como si fuera una invitación legítima.

—No, seré breve,— clava sus pies dónde están. —iremos con unos amigos a pasar el fin de semana en un hotel, pero para que el bono funcione, deben ir 10 personas, cinco por bono.

—¿Y tú quieres que los complete?

—Sólo irás a eso, de resto creo que lo mejor es mantener la distancia.— Jack se felicita por la tranquilidad con la que dijo eso. —Tú irás gratis a un hotel de cuatro estrellas y yo podré ir con mis amigos. Creo que no es un mal trato.

Aster, desconfiado, escarba en su mirada en busca de algo.

—¿Hay algún truco?— aunque conocía a Jack y su carácter poco vengativo, no se fiaba del todo. Pero tampoco se esperó verlo reír, pero de una forms cansada, como si le ardiera.

—Para querer hacerte un truco, tengo que pensar en ti, cosa que ya no hago desde que decidí que no me importas.— le sonríe con falsa amabilidad. —No me importa ya lo que hagas o sientas, estoy imitándote en eso. Sólo que yo no caigo tan bajo.

Aster se traga el insulto con saliva mientras lo observa, como si conociera todo de él.

—Salimos mañana a las nueve de la mañana—. Comienza a girar en dirección al pasillo. —Lo tomas o lo dejas, escoge rápido que no tengo todo el día.

Aster lo piensa. No sería cómodo para él, en lo absoluto. Pero es una posibilidad para poder al menos redimirse con Elsa, así que lo valía.

—Lo tomo.

Como si la cabeza le pesara, Jack asiente una vez y hace el amago de irse, cerrando la puerta tras él, pero se interrumpe y vuelve a asomarse.

—¡Ah! Y una cosa más... esto ya es obvio, pero no está demás decirlo,— se apoya en una pierna, los ojos azules, tranquilos como el cielo de un invierno apacible y menguante, son ahora un bosque de neblina misteriosa, advertencias que le gritan precaución cerca de él. —ni Elsa ni yo te queremos cerca, entonces ahórrate más humillaciones y no te le acerques ni aunque la vida se te vaya en ello, ella está bajo mucho estrés y este paseo es el descanso que tendrá antes de rebanarse los sesos con su proyecto de admisión, mínimo no le des un mal rato.

Y sin dejarlo responder, sale de la habitación.

Corto, lo sé, pero estoy agotada, y aún tengo tarea que hacer.

Igual espero que les haya gustado.

#TeQuiero (Jelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora