#Fourty-eight

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Una llama. Pequeña, brillante. Cruje sin necesidad de leña que la avive, ella sola se expande. El cuaderno de su padre en las manos, abierto en la página exacta que no ha podido siquiera leer desde que lo cerró.

Érase una vez... Érase una vez... Érase una vez un niño... un muro.

La llama ahora es una hoguera sofocante y consumidora. Jack intenta concentrarse en leer por fin eso que había abandonado en lo más profundo del ático de su casa y corazón. Ignorando por completo el fuego que amenaza con destruir lo poco que le queda.

Érase una vez un niño y un muro...

No, el nerviosismo lo hace mezclar palabras.

Érase una vez un niño tras un muro.

Mejor. Pero extrañamente no encuentra alivio y, por el contrario, se siente más agobiado, como si la hoguera le rodease y el humo le llenara los pulmones. Tiene miedo.

Un niño... un... niño.

Inevitablemente, Jack mira a todas partes al escuchar la voz de su padre leer las palabras en el cuaderno, pero no ve más que las llamas. La voz de Jordan lee en su cabeza, justo como lo hizo esa vez antes de irse.

—No... Cállate.

Jack ve el fuego alcanzarle los pies a medida que la voz de su padre es más intensa y burlona. Escucha a su madre y a Emma llamarle y olvidar su nombre tras las llamas. Las ha perdido a ellas también. El cuaderno sigue en sus manos.

—Cállate... cállate...

Érase una vez un niño tras un muro de piedra, tan alto como la palmera amarilla que parecía colgar del cielo...

—No... no...

—Jack...

Jordan sigue leyendo, se ríe. Y el cuaderno se resbala de las manos de Jack, directo a las llamas, y lo ve consumirse junto a todo lo demás mientras su padre sigue burlándose de él.

—¡No!

Lo siguiente que sabe, es que se está agarrando el pecho con una mano, sentado en su cama, Hiccup rodeándole con un brazo a su lado.

—Jack— lo llama, Hiccup presiona su agarre alrededor de los hombros de Jack y lo jala para un abrazo. —, ya pasó... ya está, sólo fue una pesadilla.

Mira a su alrededor, ya no hay fuego, tan sólo las paredes claras de su cuarto, con apuntes, dibujos hechos por Elsa, fotos y trofeos. Todo en su lugar, todo en orden. El abrazo de Hiccup le recuerda a su conversación con Emma por alguna extraña razón, y se calma de pensar que ella está dormida en su cuarto, igual de su madre. Ellas están ahí, de su lado, Hiccup no estuvo en su sueño, pero tenerlo cerca lo desmorona; así que exhala en su hombro y se deja consolar.

—Jordan... y fuego... mucho, mucho fuego— balbucea. Y mira junto a su cama, sobre una enorme pila de libros, el cuaderno de tapa roja, quieto ahí desde que lo abandonó cuando lo encontró en el ático.

Hicc sisea y le revuelve el cabello con suavidad.

—Ya está, amigo, fue un mal sueño. Estás bien, todos estamos bien. Jordan no está aquí—. Murmura Hiccup, una y otra vez, acaricia su espalda.

Eran las dos de la mañana, así que hizo que Hiccup abandonara el futón en el suelo junto a su cama, para que durmiese a su lado sobre ella. No tardaron en quedar dormidos de nuevo, él boca abajo y Hiccup mirando al techo con una mano abierta, apoyada en su espalda. Pequeña costumbre que adquirieron en sus tempranos años de amistad cuando Jack tenía esas pesadillas y necesitaba un gesto que le hiciera sentir acompañado.

#TeQuiero (Jelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora