#Thirty-seven

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Las puertas del ascensor se abren a sus espaldas y deja escapar un suspiro, tan tembloroso como sus rodillas desnudas, cortesía del bonito vestido verde oliva que llevaba puesto. Era tan delgado y suelto, que se sentía más como una capa de humo sobre ella, acariciando su piel y colando la brisa furtivamente.

Miguel le sonríe en grande mientras Rapunzel procura ajustar su cabello recogido, haciendo su cabeza doler.... Aunque eso tal vez era más por los nervios.

—Bien... entonces...— mira indecisa al interior de la caja metálica, que aguardaba pacientemente, abierta de par en par. —Deséenme suerte.

Anna se ríe y Mérida le sigue negando las dos con la cabeza.

—No, Els. Jack te quiere, no necesitas suerte—. Le asegura Anna.
Chi
—Y como regreses igual de soltera que como te fuiste, juro por Dios que tendrá que dormir con un ojo abierto—. Dice Mérida.

Elsa sonríe a modo de despedida, y va a girarse para entrar al elevador.

—¡Espera, Elsa!— exclama Miguel, tomándola por los hombros y regresándola a su posición. —Falta la bendición, mija.

La expresión aterrada por haber olvidado algo, se relaja en el semblante de Elsa, y aunque no es religiosa, sonríe cuando Miguel la persigna y presiona momentáneamente sus dedos contra sus labios.

—Ahora sí, ve y consigue macho.

Con otras risas, Elsa es enviada al ascensor y hasta que las puertas no se cierran, no deja ver el verdadero pánico que la consume. Hiperventila y se mira al espejo buscando algún defecto. Pero luego lo recuerda.

Es Jack.

Jack, su mejor amigo desde los 2 años, el niño que se sacaba los mocos frente suyo y les ponía nombres, ese chico que a los 15 la abrazó fuertemente cuando le confesó que era bisexual, ese mejor amigo con el que podía hablar de lo que sea y reírse al final. Sólo que ahora... ellos estaban enamorados.

Pero seguían siendo los mismos de siempre.

Aquello la relajó, sin embargo, los retortijones no pararon. Se hicieron peor cuando lo localizó sentado en un sillón del vestíbulo, con una bonita sudadera que sabía que era de sus favoritas y unos jeans casuales, sencillos, perfecto para la ocasión. El verde le quedaba tan bien.... ¿Sus ojos se veían más azules o era su idea?

Los tenía clavados en la pantalla de su teléfono, tras de aquellos... oh...

Llevaba lentes.

Esos lentes que casi nunca usaba más que para leer y estar cómodo, de montura delicada y dorada, redondos, perfectos para su rostro. Chupó aire. Jack con lentes era su perdición; recuerda haberlo visto un par de veces con ellos y una de esas fue el momento exacto en el que concluyó que estaba enamorada de él.

Un bonito deja vu, que empujó sus pasos hasta él mientras esperaba que él notara su presencia.

Jack, por su parte, fingía no haber visto a la preciosa chica llegar. Con la vista en su teléfono, se propuso no ser demasiado obvio en lo mucho que ella le gustaba.

¿Cómo pudo notarlo tan tarde? Era un imbecil.

Elsa tocó con su dedo el hombro de Jack. —Hey.

Jack miró hacia arriba y notó que de cerca era aún más bonita. Sonríe de par en par y se levanta frente a  ella, la diferencia de altura es obvia, pero no es por ella, Elsa en realidad es bastante promedio en cuanto a estatura; es él quien es demasiado alto.

—Hola—. Engancha un brazo alrededor de los hombros contrarios y besa su frente. —Te ves preciosa. ¿Estás lista?

—Siempre.

#TeQuiero (Jelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora