#Fourty-Seven

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—¡Jack, quédate quieto idiota!

En medio de los árboles del pequeño bosque al que se había trasladado la reunión de amigos, Jack se tambaleaba hacia adelante, oscilando entre las piedras, obviamente en estado de ebriedad. Elsa, nerviosa como siempre, cuidaba que no se lastimara mientras lo guiaba a un lugar apartado del bullicio de sus amigos. Tenía algo atorado en la garganta desde que lo vió esa misma tarde.

—¡Mira, Els!— abrió mucho los ojos y la boca —¡Luciérnagas!

—Sí, Jack, son muy bonita... ¡Jack!

Antes de poder siquiera detenerlo, él se había arrojado al suelo en picada para atrapar una entre sus palmas.

—Mierda, Jack ¿Estás bien?— se arodilla junto a Jack que observa concentrado a la luciérnaga que danza entre sus dedos. Echado boca abajo sobre su estómago.

—Mira qué linda...— ignora por completo la pregunta y extiende su mano para tirar de Elsa hasta recostarla de la misma forma junto a él.

—¡Ten más cuidado, bruto!— se queja Elsa, acariciándose el tórax que sufrió toda la caída.

—Shhh... la espantas—. Susurra sin dejar de ver al bicho.—Quiero quedármela. Voy a quedármela.

Elsa resopla:

—Jack, no puedes quedarte una luciérnaga de mascota.

—¿Quién lo dice?— repone.

—La biología. Cosas muy complicadas que no entenderías— lo molesta un poco. Jack borracho siempre era un espectáculo divertido de ver.

—Lo dice la rubia—. Bufa con los mismos ánimos, Jack.

—¿Disculpa?— ella jadea —¿Insinúas que por ser rubia soy tonta?

—Obviamente, tonta—. Se ríe hasta quedar boca arriba, justo en el ángulo perfecto para ver como las copas de los árboles le enmarcaban un bello cielo nocturno que poco y nunca se veía en la ciudad. La luciérnaga se había ido volando ya.

—Eres un mocoso irrespetuoso.

—Podré ser irrespetuoso, pero joven, anciana.

Elsa se incorpora sobre sus codos, aún boca abajo y atesta un golpe contra el abdomen de Jack.

—Idiota.

Jack gime, falto de aire: —Troglodita.

—Larguirucho.

—Enana.

—¡No soy una enana!

—Exclamó el diminuto ser desde abajo—. Arrastra las palabras, Jack.

—Ya verás, imbécil, iré al arroyo más cercano y te arrojaré la piedra más fría que encuentre—. Elsa intenta levantarse sobre sus pies, pero Jack es más rápido y la acuesta de nuevo sobre él. Lo suficientemente cerca como para hacerle unas perezosas pero efectivas cosquillas que logran retorcerla y carcajear.

—¡Jack, para!— aprieta los ojos húmedos por la risa. —¡Eres un idiota, Jackson!— más risas. —¿¡C-cuántos años t-tienes?!

—¡Los suficientes!

—¡Ya!— grita ella lanzándole un codazo que le saca el aire y Jack se aparta jadeando.

—Agresiva.

—Inmaduro— se ríe ella de su expresión fingida de dolor. —Te odio.

Él le sonríe al cielo sin dejar de presionarse la boca del estómago.

#TeQuiero (Jelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora