#Thirty-five

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—Rápido, entibia agua.

Hiccup deja caer con suavidad a Jack en la cama mientras Rapunzel sigue la instrucción de Elsa y corre a la cafetera más cercana. Los nervios de todos de punta, ojos mirándose ahogados en la incertidumbre y borrachera de la noche.

—Que alguien lo lleve al baño por favor, tiene que expulsar todo—. Elsa se mueve rápido por la habitación de hotel, apartando cosas del camino para permitirles el paso a Eugene y Hiccup que ayudaban a Jack a caminar hasta el baño. Los demás, siguen la situación ansiosos, molestos, angustiados. Anna se siente asqueada por el comportamiento de Aster, al igual que Miguel, Hiro, todos.

Jack era su maldita familia, ¿Cómo pudo hacerle algo así?

—Els, el agua—. Rapunzel le entrega una taza que encontró en el minibar, la cerámica está tibia entre las palmas de Elsa.

—Jack, bebe esto, sin respirar—. Indica llevando la cabeza del otro con delicadeza hacia atrás, volcando el agua sin pausas. —El agua tibia te obliga a vomitar, él no puede quedarse con esas porquerías en el estómago, no sabemos si tiene efectos secundarios.— aclara, Hiccup y Eugene, sin soltar los brazos de Jack, logran hincarlo frente al retrete.

No tardan más de cinco segundos las arcadas en aparecer. De rodillas junto a él, Elsa acariciaba su espalda y cabello, hebras castañas desordenadas por el agite de la noche. Traga en seco, esperando a que termine.

—Ya está... lo estás haciendo bien, cariño—. Rapunzel suena apacible, pero su gesto denota enojo, impotencia. Llegó hace poco al otro costado de Jack.

—Muy bien, Jack... ya pasó—. Elsa le susurra y Hiccup baja la cisterna. —¿Cómo te sientes ahora?

—Todo da vueltas...— dice con voz pastosa al fin. Todos sueltan suspiros aliviados, al menos estaba más lúcido para hablar.

Elsa sonríe sin enseñar los dientes. —Te entiendo, vamos a cepillarte los dientes, tienes que descansar—. Con un poco menos de ayuda, Jack se levanta y él sólo llega al lavabo, tanteando por su cepillo a través de la espesa nebulosa que obstruye sus ojos.—Ya estás a salvo... estás bien.

Lo dice más para ella que para él.

(...)

El corredor que conecta varias de las habitaciones en el piso del hotel, es silencioso bajo las luces elegantes que cuelgan sobre las cabezas de los jóvenes que charlan a murmullos, recostados contra la pared. 

—¿Cómo pudo ser capaz de una cosa como esa?— De los más incrédulos era Eugene, no conocía a Aster, sin embargo estaba seguro de que ni siquiera Jack se esperaba algo así de él.

Elsa niega con la cabeza. —Su corazón está podrido, jodidamente podrido.

Todos zumban de acuerdo, tras labios torcidos en muecas preocupadas y culpables. Nadie lo vio venir, pero tampoco estuvieron presentes para preveerlo.

—Jack es un ángel, ¿en qué mundo piensa ese tipo que él se merece algo así?— masculla Miguel entre dientes, recordando las veces en las que Jack hablaba con entusiasmo y admiración de Aster, con una sonrisa tierna que incluso le hacían querer compartir la emoción.

—De plano nadie se merece algo así...— agrega Eugene. —Pero Jack en especial es tan... puro...

Rapunzel sonríe con la mirada perdida y en brazos de su novio. Siempre ha sido sensible, de fácil llorar, y ver a su mejor amigo en una condición tan vulnerable la enfermaba en sobremanera. Miraba algún punto muerto entre la puerta y la pared de la habitación contigua, preguntándose por qué no estuvo ahí. —Es como un niño. No me cabe en la cabeza cómo alguien puede odiarlo tanto, sobre todo su primo.

#TeQuiero (Jelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora