46. SOLUCIONANDO PROBLEMAS

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Los días pasaron tranquilamente después del encontronazo contra Anubis. Daba las gracias a todos los dioses por permitirnos sobrevivir a la pelea. Mike estaba mal herido y pasaron varias semanas hasta que volvió a despertar. Estábamos heridos y cansados, así que decidimos pasar una semana en casa de Drok para reponer fuerzas mientras nos preparábamos para el viaje.

Max y Flex entrenaban durante todo el día llegando al punto de la extenuación. Se les veía compungidos por no haber sido capaces de ayudarnos contra Anubis. No era su culpa que saliéramos mal heridos del encuentro, pero aun así se sentían deprimidos.

Solía observar cómo entrenaban esos dos canes. A pesar de que se aman, cuando entrenaban eran capaces de abstraerse de todo lo que les rodeaba y centrarse únicamente en combatir, no mostraban debilidad ni ningún atisbo de duda en su mirada al mandar derechazos y ganchos a su rival. Quedaba asombrado con la severidad con la que entrenaban. Solían llegar reventados y llenos de heridas y moratones. Drok era el encargado de remendarlos, ya que me prohibían salir de la cama porque debía hacer reposo.

Me encontraba en forma y no sentía dolor. A diferencia de Mike, yo recibí heridas menos serias. Pero los perros siguen viéndome como un pequeño e indefenso gatito, esa mentalidad suya me enerva, solo por ser un gato no significa que sea vulnerable, Puedo pelear y defenderme como cualquier otro.

Soy fuerte y puedo luchar pensaba cada vez que Drok se preocupaba por mí. Ni me di cuenta de lo mucho qué cambié, recordaba el día que conocí a Mike. Era un gato débil y temeroso, solía asustarme con facilidad mientras dejaba que los problemas me devoraran. Sonreí al darme cuenta del inmenso cambio que sufrí. Me sentía vivo y que mi vida realmente era importante.

Estaba cansado de estar en cama todo el día, aunque tenía la suerte de tener al ser más hermoso del universo a mi lado. Mike solía pasar la mayor parte del día dormido, aun se sentía débil y agotado por el combate, aunque tampoco soy nadie para reprochárselo. Me levante de la cama lentamente estirándome, sentía qué si continuaba tumbado de esa manera iba a acabar acartonándome y atrofiándome. Estiré las patas como pude haciendo rítmicos estiramientos. Me notaba pesado, parece que la falta de movimiento me había pasado factura.

Al terminar los estiramientos me acerqué a donde Mike, él dormía plácidamente. Me senté al borde se su capa acariciando delicadamente el pelaje de su mejilla. Sonreí de medio lado, no podía creer lo feliz que era al tener aquel can en mi vida. Recordaba nuestro primer encuentro y la primera impresión que me dio. Cambié la manera en que lo veía lentamente, hasta que llegué al punto de amarlo. Las mejillas me ardían al recordar los momentos íntimos con Mike.

- No sabía, que tu pelaje era rojo – escuche a Mike, había despertado y me miraba con esos hermosos ojos marrones que cautivaban me cautivaban el corazón.

- Solo tu consigues ponerme así – respondí susurrando.

- ¡Qué gran honor! – decía sin apartar la mirada.

No me di cuenta de que seguía acariciándole la mejilla con la pata. acerque mis labios a los suyos depositando un suave beso sobre sus labios mientras frotaba mi nariz contra su hocico. Adoraba pasar momentos a solas con él, no solíamos tener demasiados momentos íntimos, ya que siempre alguien venía a joderlo.

- ¡Mike, despierta de una vez y vamos a entrenar! – entro flex en la habitación dando una patada a la puerta.

A esto me refería, siempre que tenemos algún momento hermoso, llega alguien a fastidiar. Flex al verme en la cama de Mike me miro mientras sonreía de manera picara. No estaba de humor para aguantarle, así que me acerque a flex y le sonreía dulcemente mientras tensaba y preparaba la pata. Al llegar al lado de Flex le lance un fuerte golpe en el estómago mandándolo fuera del cuarto.

Mikenix || El Angel DoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora