20. LUGAR SEGURO

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Me encontraba en el paraíso, el pelaje de Mike me transmitía un calor relajante que me recordaba a esos pequeños momentos con mis padres. No recordaba demasiado de mi infancia, ya que para cuando tenía razón de ser, mis padres ya habían desaparecido... aunque aún recuerdo el aroma de mi madre... era un aroma embriagador, dulce y relajante. Es el único recuerdo que tenía de mi madre... al encontrarme asi con Mike me sentía como en casa, seguro y protegido de todo mal de este mundo tan cruel y horrible.

Sin saber por qué, tuve una especie de epifanía y con todas mis fuerzas agarré a Mike y lo giré posicionándome encima suyo para después tumbarme sobre él. Me miraba sorprendido a causa de mis acciones y se notaba un ligero rubor en sus mejillas debido a mi insólito arrebato.

Me puse cómodo encima de Mike frotando mi cabeza contra su pecho, a pesar de su ropa podía sentir el latir de su corazón y lo nervioso que estaba por la situación, estaba temblando y no se atrevió ni a mirarme.

- ¿Qué pasa gran depredador? ¿te sientes incómodo al ser cazado? – reía de medio lado mientras decía estas palabras, la situación me parecía realmente cómica.

- Por favor, no te pongas como flex... sabes que me da vergüenza cuando te pones tan... cariñoso – llevó la pata a mi espalda comenzando a acariciarme, empecé a ronronear sin darme cuenta.

- A mí me está gustando tenerte tan sumiso – acerqué mi hocico a su cuello y le di un suave mordisco en el cuello procurando no hacerle daño – ahora eres mi presa – solté mi mordida y reí con fuerza mirando la cara que había puesto Mike.

- Estas muy travieso el día de hoy – escuché a Mike gruñir, pero ese gruñido era diferente al que solía hacer cuando se enfadaba. Era un gruñido que solía hacer cuando estaba de broma o jugando – debería ponerte en tu lug...

La frase de Mike fue cortada a la mitad por un gran estruendo que nos puso en alerta a ambos. El sonido provenía del primer piso de la casa, así que ambos nos levantamos y rápidamente nos dirigimos hacía la sala. Me había asustado enormemente temiendo por los cachorros, y mi instinto me hizo saltar e ir en busca de mis dos niños para ver si se encontraban a salvo. Al llegar a la sala, la situación que me encontré era inverosímil, flex se encontraba en el suelo con la cabeza del enorme lobo sobre su cuerpo y Max tumbado en el sofá resoplando y respirando agitado. Axel y Jon se habían despertado, por lo que podía comprobar, llenos de energía. Habían empezado un juego en el cual uno de los cachorros trataba de atrapar al otro y cuando lo lograba cambiaban de puesto.

Mike y yo nos miramos buscando en el otro una respuesta a eso, ambos comenzamos a reír en voz baja por lo hilarante del momento. Comencé a bajar las escaleras y ambos cachorros se quedaron quietos mirándome, a medida que me acercaba podía ver como sus colas se movían más rápidamente denotando la emoción que sentían.

- Bueno pequeños... ¿alguien me explica que ha pasado aquí? – intentaba aguantar la risa ante la mirada de los dos chicos.

- Estábamos jugando – para mi sorpresa Axel fue el primero en hablar – Flex y Max querían unirse al juego, pero perdieron ante nuestras capacidades – miró a Flex mientras hablaba.

- Si, él intento atraparnos, pero lo esquivamos y se chocó contra la pared, tirando esa cosa encima suya – Jon continuó la explicación.

- Esto se lo pienso recordar hasta el día de su muerte.... – sonreí mientras miraba a Flex, que se encontraba noqueado en el suelo.

Me acerqué a Flex y pude ver que no tenía ninguna herida, simplemente golpes leves ocasionados por el golpe contra la pared y la caída de la cabeza del lobo. Agarré como pude la cabeza y se la quité de encima, era realmente pesada para ser únicamente una cabeza. Cuando retiré la cabeza de su cuerpo, Flex comenzó a moverse frotándose la cabeza con la pata. Se le veía desorientado y perdido, como si no supiera qué había pasado.

Mikenix || El Angel DoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora