47. LA PROMESA

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Los días pasaban tranquilamente, como "la calma antes de la tempestad". A medida que el día de nuestra partida se acercaba, los nervios y angustias se iban apoderando de mi haciendo que me mantuviera alerta.

Por fin llego el día. Me encontraba en el salón de la casa organizando mis pertenencias. Aquella estancia era espaciosa y silenciosa, permitiéndome estar tranquilo mientras terminaba de empacar. Los candiles clavados a las paredes eran la única iluminación de la estancia siendo a la vez el único elemento decorativo de las paredes. Una mesa de madera se erguía en el centro de la estancia rodeada con varias sillas siendo estos los únicos muebles de esta.

Escuche unas voces provenientes de una de las salas contiguas, parecía ser un tema serio ya que estaban hablando acaloradamente alzándose la voz el uno al otro. Suspire mientras terminaba de empacar. Me dirigí a la sala de la que provenían las voces para ver si podía ayudarles. A medida que me acercaba a la sala, el volumen de las voces se iba incrementando a pesar de estar la puerta de la habitación cerrada. ¿Que estarán haciendo para montar semejante barullo? Me preguntaba mientras contemplaba la puerta del dormitorio. Me arme de valor llamando con fuerza a la puerta lo que hizo que ambas voces de detuvieran en seco dejando paso a unos pasos que se acercaban.

Flex abrió la puerta con un semblante serio que se me hacía extraño en él, siempre solía estar sonriendo y rara vez perdía la alegría. Sonreí nerviosamente mirándole directamente a los ojos mientras contemplaba como llevaba su pata a la cara lamentándose de lo inoportuno que soy.

- Lo siento flex, al escuchar los gritos pensé que algo andaba mal y vine a revisar – sonreí nerviosamente intentando escusarme.

- Tranquilo, no es nada – dijo seriamente.

- Eso, tu encima miéntele – pude escuchar replicar a Max mientras se acercaba a la puerta – ¡porque no le dices lo cobarde que eres! – gruñía a flex mirándolo a los ojos – como quieres apartarme de la pelea para que acenix luche en mi lugar.

Me quede de piedra al escuchar la revelación de Max, acaso Flex había dicho eso realmente. El can cerúleo se quedó callado sin responderle a su pareja, simplemente lo miraba amenazante mientras con su pata lo agarraba del cuello.

- Escúchame, Max – lo miraba fijamente a los ojos – eres un idiota, pero eres ¡mi! Idiota y no quiero que te arriesgues peleando, ya has visto como acabo acenix por meterse en peleas.

- Si, y por eso prefieres que muera acenix – Max respondió mirándolo impasible – si eres capaz de sacrificar a otros para mantenerme con vida, entonces no quiero seguir con esto – golpeo la pata de flex soltando el agarre del can.

- Max... sabes que no quiero sacrificar a nadie, acenix es como un hermano para mí y no... - flex no pudo terminar su oración por la interrupción de Max.

- Pues si de verdad te importa, déjame ocupar mi lugar como guerrero – dijo golpeando con fuerza la pared de roca – Prometí a Mike que lucharía a su lado, no pienso retractarme.

Estaba petrificado observando la escena, no sabía que decir o que hacer. La revelación de que flex prefería que luchara en lugar de su novio, me había dejado en shock. Era comprensible que flex no quisiera ver a su pareja muerta, pero llegar al punto de ofrecer a otro compañero a cambio. Realmente me hubiera ofrecido gustoso a pelear, pero no podía hacerlo.

- Además – Max se acercó a flex quedando a escasos centímetros de él- acaso no has pensado, que yo también me preocupo por ti idiota. ¡no soy el único que peleara! – la voz de Max sonaba rota y tenía los ojos lacrimosos – yo tampoco quiero verte pelear... pero me resigno porque es lo correcto – dijo tocándole con su garra en el pecho.

Mikenix || El Angel DoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora