|DÍA VEINTIUNO Y VEINTIDOS|

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Lunes 29 de marzo

Era bastante gracioso que fuesen los últimos días de guardería y ellos por fin comenzaron a coexistir armónicamente. Incluso Wei Ying y Zixun se miraban en silencio, sin lanzar comentarios de forma soez. ¿Por qué siempre sucede de ésta manera?

Esa mañana Jiang Cheng no se quedó mucho rato, apenas y le alcanzó el tiempo para darle un pequeño beso de despedida. ¿Cómo podía estar contento? Sin embargo, dejó eso a un lado y se reconfortó pensando en que lo vería más tarde, antes de la última reunión del mes a la que todos los líderes estaban cordialmente invitados.

—Hermano Lan, ¿Qué vamos a hacer ahora? —preguntó A-Qing, que decidió sentarse junto a Wen Ning por hoy.

—Hoy... Vamos a repasar un par de cosas. —respondió Xichen, mientras sacaba el material del escritorio.

Como hijos de sectas importantes, todos ellos tenían conocimientos mayores a los que los niños de su edad tenían, sobre todo porque su enseñanza siempre ha sido muy estricta, no solo en el ámbito de la cultivación –que a ellos ya no les corresponde–, sino también en la educación en general. Aprender a leer y escribir, sumar y restar; todo eso comenzaba a asociarse con ellos desde muy pequeños.

—Si yo tengo tres manzanas, pero viene alguien y me quita dos, ¿Cuántas manzanas me quedan? —preguntó Xichen con su tono suave. Estaban sentados sobre unos cojines, formando un círculo.

Wuxian alzó la mano y respondió: —¡Tres manzanas y una persona inconsciente!

Zixuan también levantó la mano y dijo con voz solemne: —Tres manzanas y una persona arrestada.

Xue Yang también alzó la mano y respondió: —¡Tres manzanas y un cadáver! 

La sala quedó en silencio un momento, pero ellos no parecían estar bromeando en absoluto. Xichen los miró atentamente y les preguntó: —¿Por qué tres manzanas?

—Robar es malo. —respondió Zixuan. A su lado, Guangyao asintió solemnemente, otorgándole la razón a su hermano.

—Hermano Xichen, mi Cheng Gege dice que no debo dejarme intimidar, y mi mamá Yu dice que si no quiero dar algo entonces no lo doy. Esa persona me quitó dos manzanas, entonces pelearé por mis dos manzanas.

El mayor de los Lan lo pensó un momento y esa respuesta calzaba bastante bien con su novio y su suegra, era de esperarse que ellos le darían ese tipo de enseñanza.

El pequeño agregó: —Pero... Si fuese Lan Zhan el que me pide dos manzanas, ¡Yo le doy mis dos manzanas! —dijo sonriendo, como si fuese lo más natural del mundo.

—Una vez —contó Xue Yang—, pillé un árbol con melocotones cerca de donde vivía, yo saqué algunos y me los llevé para comerlos por la noche. Cuando se hizo de noche y ya estaba acostado, sentí un ruido cerca de donde había guardado mis melocotones, y cuando fui a ver, ¡Había una rata tratando de comérselos!

—¿Y qué hiciste Xue Xiong? —peguntó Huaisang, mirándolo con sus grandes ojos. 

—¡La perseguí hasta que le quité mis melocotones! Luego la atrapé y la maté para que no volviese a robar mi comida. —finalizó el menor. 

Xichen sabía que en ese momento Xue Yang tenía que escoger entre su hambre o la del animal, por lo que no se asombró con ese desenlace, solo lamentó que la gente que lo rodeaba hiciera la vista gorda a tan evidente sufrimiento. Wei Ying nunca tuvo que matar a sus adversarios durante sus días en la calle, pero sí tuvo que pelear con los perros por el pan o un par de verduras en mal estado. La vida no fue justa con ellos al comienzo, pero al menos supo recompensarlos a tiempo.

¡La guardería de Xichen! | MDZS AU |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora