|DIA DIECISIETE Y DIECIOCHO|

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Martes 23 de Marzo

Contrario a todo pronóstico, con la fría mañana de marzo, la señora Jin fue a dejar a sus hijos a la guardería por primera vez. Como mujer de una familia de renombre vestía las túnicas doradas de la familia Jin, que acompañaba con un elaborado peinado y algunos accesorios costosos.

Si algo caracteriza a la familia Jin es esa necesidad de ser ostentosos.

A diferencia de ella, Zixuan y Guangyao vestían ropa más cómoda -aunque no menos cara-, confeccionada por los diseñadores de la familia siguiendo la línea de la nueva era. El viento soplaba con calma, pero si no salías con la ropa adecuada podía calarte los huesos. La señora Jin lo sabía, pero aún así decidió caminar hasta la guardería, observando de reojo como los dos infantes hablaban sobre cualquier cosa, cambiando constantemente de tema. Lo más importante, observaba en silencio como ambos, de forma inconsciente y natural, se cuidaban al caminar.

No son cosas de vida o muerte, pero demuestran el aprecio que se tienen.

Madame Jin no es tonta, se jacta de ser una mujer inteligente y de carácter fuerte, totalmente consciente de sus capacidades. En el tramo de su casa hasta la guardería tomó una decisión, una de las más difíciles de su vida. Cuando Xichen la vio entrar, sus ojos mostraron la sorpresa que su sonrisa escondía, dándole la bienvenida a los hermanos que ahora tenían las mejillas rojas.

Los hermanos Jin no son malos niños, y al no estar Zixun presente, se incluyeron en el extraño juego que el hijo de Song Lan había inventado. Con los ojos brillando como estrellas debido a la risa, ambos niños le hicieron una seña a Madame Jin en forma de despedida para luego seguir jugando. Decir que la mujer no sintió nada es una gran mentira.

—Disculpe mi atrevimiento, Madame Jin. —dijo el Lan cuando llegaron a la puerta.

La mujer lo miró expectante, dando a entender con la mirada que podía continuar.

Xichen apretó los labios en una línea y dijo: —¿Se encuentra bien?

No es que ella fuese evidente, él es demasiado observador.

La mujer suspiró y dijo: —He tenido días mejores, pero me siento bien.

Xichen asintió, sin la intención de entrometerse en la vida ajena y la dejó marchar, omitiendo totalmente el hecho de que la señora Jin tomó el camino contrario a su casa, porque de todos modos, eso no era problema suyo.

Jiang Cheng y Wuxian llegaron unos minutos después, y no pudo evitar sonreír con ternura al notar las mejillas sonrojadas de ambos y sus respiraciones ligeramente aceleradas. WangJi, que lo esperaba atentamente, se levantó de su asiento y dejó el pequeño y esponjoso conejo con el que jugaba en el suelo, junto a otro conejo negro que había traído. Se apresuró a los Jiang.

—Wei Ying. Llegaste. —le dijo, tomando uno de los brazos del otro infante.

Con un largo suspiro, el pequeño loto le sonrió al Lan y dijo: —¡Llegamos a tiempo! Cheng Gege se volvió a quedar dormido, Lan Zhan, ¿Lo puedes creer?

Sí. Wei Wuxian obligó a su Cheng Gege a correr desde su casa para no hacer llorar a Lan Zhan por llegar tarde. Y si él -como niño- se cansaba, el mayor debía llevarlo en brazos porque no había tiempo para pausas. Hacer llorar a Lan Zhan era totalmente impensable.

Después de saludar a Xichen, los dos pequeños entraron y al poco rato comenzaron a jugar con los conejos de peluche que trajo el Lan de Gusu.

Jiang Cheng por su parte tomo una distancia prudente del Lan, no por estar en la guardería, sino porque tenía las mejillas rojas y estaba ligeramente sudado debido a la fuerte actividad física ejercida tan temprano por la mañana. No es que fuese delicado, pero se sentía particularmente incómodo esta vez, cohibido. Contrario a lo que esperaba, el Lan sacó un pequeño pañuelo de sus túnicas y comenzó a pasarlo lentamente por el rostro del loto, dando leves toques con una sonrisa suave en su rostro.

¡La guardería de Xichen! | MDZS AU |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora