Episodio 2

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Nunca me había sentido esta extraña sensación de alteración, no era miedo lo que tenía en ese momento, pero sentía que una alerta se encendió dentro de mí, una voz en mi interior que me gritaba me aleje de Doris, que su comportamiento era irracional y tétrico. Su mirada fija parecía salirse de orbita mientras que sus pupilas se dilataban, rasgo típico de la excitación del sistema nervioso que provoca una descarga grande de adrenalina, se acercaba mí y no dejaba de mirarme de esa manera tan aterradora que me abrumaba.

- ¿Doris? ¿Qué te pasa? - Mi corazón latía muy fuerte, mientras me echaba hacia atrás en la cama para lograr tomar distancia de ella

- Elizabeth, sé una buena chica, tienes que entender las cosas desde un punto lógico, soy tu mejor opción – Exclama aproximándose y sujetando mi muñeca con fuerza -¿No soy tu mejor opción?, ¿¡No soy tu mejor opción!? -Sus palabras se transformaron en gritos mientras repetía una y otra vez las mismas frases-.

El agarre sobre mi muñeca se hacía a cada momento más fuerte, la presión era tanta que creía iba a fracturarla, a tal punto que sentí era inevitable poder evitar reflejar en mi rostro la sensación de dolor tan intenso que me invadía.

- ¡Ay me lastimas!- Grite

-¡Doris! ¡¿Pero que se supone que estás haciendo con mi paciente?! - Una voz firme y molesta exclamo, interrumpiendo aquella extraña escena

Gire mi cabeza en ese mismo instante hacia donde provenía aquella voz, al igual que lo hizo Doris, en la puerta de la habitación se encontraba el Doctor Francisco Da Silva, él era encargado de asistirme sicológicamente desde que desperté, siempre fue muy amable y compresivo me sorprendía verlo de esta manera. Su expresión furiosa y su postura denotaban la tensión en la se encontraba en aquel momento. Su voz era firme y realmente parecía muy molesto, lo cual me hizo sentir un gran alivio, como un paño frío ante aquella acalorada situación en la que me encontraba. El comportamiento de Doris no solo era muy extraño si no que era realmente aterrador, al escucharlo y verlo ahí me sentí a salvo.

- ¿Qué es exactamente lo que está pasando?- Exclamo con una expresión fría y molesta que se hacía más notoria mientras caminaba apresurado, con los brazos cruzados, hacia nosotras

- Lo lo lamento mucho doctor, esto es un malentendido, yo solamente estaba hablando con la señorita Elizabeth y aconsejándola. Creo que me excedí un poco- Tartamudeo nerviosa Doris, dirigiendo su mirada el suelo y soltando mi muñeca inmediatamente

- Lo que menos se necesita en este hospital son "excesos" -Dijo irónicamente el Dr.- Así que le voy a pedir que eso de los consejos me lo deje a mí y se limite a hacer su trabajo de forma eficiente enfermera -Sus ojos marrones parecían dagas que se clavaban en Doris, tanta amabilidad que aparentaba se había esfumado al compás de sus palabras punzantes

- Si tiene mucha razón doctor después de todo usted es el experto –Murmura -Así que con su permiso voy a seguir mi ronda con el resto los pacientes del pabellón- A medida que se retiraba, cabizbaja, gira levente su cabeza para mirarme de reojo con una expresión lúgubre

Mi cabeza era una montaña rusa de emociones y pensamientos confusos. ¿Qué fue esa última expresión en Doris? ¿Esa mirada fue de odio o resentimiento por haber sido regañada por el Dr.?; nunca había visto esa expresión en ella, sus ojos fríos parecían cuchillos dándome una advertencia, no puedo explicarlo pero siento haber sido amenazada a permanecer en silencio de lo que había ocurrido entre nosotras hace un instante, una llamada de atención a guardar el secreto, sin siquiera mediar una sola palabra

Los ojos del Doctor francisco siguieron a Doris hasta que esta se retiró de la habitación, su rostro parecía tenso y sus brazos permanecían cruzados en señal de la molestia que sentía. Dando un largo suspiro cuando esta por fin estuvo fuera del cuarto

- Elizabeth querida ¿te encuentras bien?- Pregunto con una tono de voz preocupado y cálido.

- Claro Doc- Respondí rápido, no pensé mucho en la respuesta, porque a pesar del comportamiento errático de Doris, no quería comprometer su trabajo, siempre fue muy buena conmigo y pienso que simplemente pudo haber tenido un mal día, después de todo, a todos nos pasa de vez en cuando.

- Mmm ¿en serio?, ¿qué tal si me cuentas que estaba pasando?- Dice mientras toma asiento a los pies de mi cama, siempre hace lo mismo, siento que cuando me habla me cuestiona antes de escucharme.

- Nada- Exclamo extendiendo mi brazo para tomar la taza de té amargo que esta sobre la mesa color blanca, evito mirarlo si no, notaria que le estoy mintiendo, a decir verdad si sentía aun asustada y desconcertada, pero ¿para que hablar sobre lo sucedido?, de todas maneras ya paso, mal día, mal momento eso debió ser todo.

- Está bien Eli.- Hace una pequeña pausa antes de continuar, como si se esforzara para tomar aire - Mañana te vas Eli, ¿Lo sabías verdad?¿dime como te estas sintiendo al respecto? ¿Algo que quieras decirme?- Cuestiona buscando mi rostro al hablar, con grandes y expectantes ojos, requiriéndome una respuesta.

- No siento nada Doc, solo espero a mañana y mañana se verá- Me pregunto si se notara mucho mi angustia al hablar- Pero si hay algo que quiero preguntarle Doc, es sobre los sueños- Agrego rápido para cambiar el tema

- Elizabeth ¿otra vez? Cuantas veces hablamos de esto- Expresa molesto- Los sueños son solo eso, simples sueños- Como siempre su expresión cambio, este tema, solo este tema, lo altera notoriamente, de la misma manera.

- Si pero yo pienso que...

- ¡Basta Elizabeth! Corta este tema acá -Su voz se elevó repentinamente mientras se levantó rápido de la cama, casi parecía que había saltado de esta- No significan nada, no tienen que ver con tu pasado, no son memorias ni tampoco tienen nada que ver con lo que te paso- Continua a la vez que sube el tonó de su voz cada vez más- Entiéndelo no existen los monstruos ni estuviste en infierno ni nada de esas cosas; tus sueños no significan nada - Parecía mas alterado que de costumbre- No vas a encontrar nada en tus sueños, para algunos problemas no hay ninguna salida y tu hace rato que no tienes más caminos.

El azote de la que dio al salir sin siquiera dejarme refutar sus dichos, retumba en la habitación produciendo un gran eco. El comportamiento irracional y atípico de ambas personas con las que hable hoy me dejan totalmente perpleja.

-¡Pero que ha sido todo eso?- Me cuestiono a mí misma frotando suavemente mi cabeza, el dolor era insoportable. 

Memorias OscurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora