Episodio 5

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Mis gritos despertaron a todos en la habitación quienes se hallaban durmiendo plácidamente en sus camas, las quejas de mis compañeras provisionales obviamente no se hicieron esperar.

- ¡Mami, mami! ¿Qué le pasa a esa chica que grita así?- Escucho murmurar a un niño que estaba en una cama continua a la mía, era muy pequeño y estaba sujetando fuerte la remera de su mamá, mientras me miraba de reojo y se frotaba sus pequeños ojos

- Nada, nada Isaías acóstate y dormite- Le contesta ella a su hijo al mismo tiempo que me fulmina con la mirada

- Por favor, perdón a todos- Me disculpo lo más alto que puedo mientras trato de hablar con normalidad, mi garganta esta anudada y las palabras parecen cuchillas cuando salen

Permanezco el resto de la noche sentada en mi cama, mirando fijamente la silla, no podría volver a dormir por más que lo intentara. Sujeto mis piernas con ambas manos mientras apoyo mi mentón en ellas, es extraño como esta posición fetal me hace sentir protegida; el Doctor Francisco solía decirme que eso se debe a un instinto natural en todos los humanos, una memoria celular de nuestro periodo dentro del útero, la verdad no sé porque será, pero me alivia estar en esta posición.

Los primeros rayos del sol irrumpen por la pequeña ventana, es hora de levantarse, no quiero permanecer en este lugar, pero no tengo donde ir. Mientras transcurrían las eternas -A mi pensar- horas hasta que amaneció, Mi mirada recorrió cada centímetro de la silla metálica, en los breves momentos que aparte la vista, sentía que al volver a mirar aquella figura estaría sentada en ella, eso me horrorizaba.

La mañana estaba muy fría, más que estos días anteriores, San Antonio de Padua tiene inviernos muy crudos por lo que me mencionaron y a pesar de no recordar si es verdad, el intenso clima me confirma esos dichos. Me dispongo a salir, es hora de pagar una pequeña deuda, voy a volver al hospital a agradecer a Doris.

La caminata me ayudo a reconstruir mis pensamientos, como si fueran piezas de un rompecabezas desordenado, puedo armar 2 posibles teorías de lo ocurrido; Teoría 1 "Sueños lucidos", teoría 2 "Esquizofrenia" - ¡Esperen! Esa teoría no me gusta nada- mejor dejo en que fue la teoría número 1, un sueño lucido. Llego al hospital bastante rápido, al abrir la puerta y mirar, un sentimiento de melancolía y ansiedad me invaden, aquí jamás me sentí desprotegida o sola.

Me acerco al escritorio de admiración que está a pocos metros de la entrada principal del hospital que acabada de usar.

- Buenos días Señorita- Le digo a la muchacha que se encontraba tras el escritorio, se veía muy jovencita, su rostro era serio y su mirada atenta me llamo mucho la atención

- Buenos días, si dígame usted en que puedo servirle- Me respondió con rapidez y una sonrisa sorprendentemente muy dulce

- Disculpe la molestia mi nombre es Elizabeth Gorner y quería consultar si la enfermera Doris se encontraba trabajando esta mañana- Le consulto expectante

- ¿Doris?, ¿Qué Doris?- Me contesta mientras frunce su seño haciendo que su frente se arrugue levemente, en muestra de confusión

- La verdad no se su apellido pero ella trabaja turno mañana en el área de sala de rehabilitación post traumática, es regordeta y petiza, de edad avanzada, su cabello es negro y siempre lo usa recogido.- Le describo más a detalle para facilitar su trabajo y despejar sus dudas al respecto

Por un momento el silencio fue muy incómodo, su expresión cambio abruptamente, la seriedad de su rostro era constante mientras sus ojos estaban fijos en los míos, su mandíbula parecía tensa. Extendió su mano a un cajón pequeño en su escritorio, saco rápidamente una hoja arrugada y la puso sobre el escritorio.

Memorias OscurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora