11. Quebraderos

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Encima de la mesa del comedor había dos cartas más. Al parecer Lunny había hecho bien su trabajo de nuevo. Siempre lo hacía bien quitándole las cartas a ese niño chupóptero de afecto. Siempre las leía y las guardaba en un cajón pero por una vez las cogió con una mano y las arrugó antes de lanzarlas contra la pared. rebotando inofensivamente contra ella. 

¿Era necesario interrumpir el correo? ¿Por qué había empezado a hacerlo? Era estúpido. nunca había nada importante. Voldemort apoyó las manos en la mesa y suspiró. Lo era, era necesario. Si quería que se apoyara en él, y si la información que le contaba estos días era un indicio podía decir que estaba funcionando, tenía que llegar a ser una especie de mano derecha. Sin embargo, ¿eso no supondría alejar a Luna y Neville también? Voldemort negó con la cabeza, no debía aislarlo de todos y dudaba de que pudiese alejar a esa rubia. Al menos que fuese para siempre y su estado de squib no permitía acabar con nadie de esa forma sin llamar demasiado la atención.

El teléfono sonó, sobresaltándolo. ¿Por qué había decidido comprar ese cacharro muggle? Ah, sí, para hablar con Harry. Uno supondría que solo lo llamaría Harry si solo le había dado el número a él. Pero no, hasta ahora lo había llamado otra compañía telefónica, un seguro de la propiedad como si no fuese capaz de contratar las mejores guardas, el de la luz, el de la compañía de gas, y... un seguro de defunción... A ese último se había contenido para no rastrearlo y matarlo. A él, Lord Voldemort, parecía estar restregándole en la cara que casi había muerto y que podía volver a hacerlo. Inconcebible. Le había dicho que si volvía a llamar le pondría los huevos de collar y luego colgó.

Así que cuando contestó sus nervios estaban bastante crispados. ¿Cuanta cantidad de gente diferente podía tener su número de teléfono?

-¿Quien? -gruñó malhumorado.

-Eh... soy yo, Harry

-Oh, Harry-dijo con una sonrisa deslizándose por su rostro.

-¿Es.. un mal momento?

-No,no, pensaba que serías algún tipo de vendedor extraño. No me acostumbro al teléfono.

Se oyó una risa.

-Si, a tía Petunia tampoco le gustaban. Siempre me los pasaba a mí.

-¿Tu tía te odiaba a caso? No le deseo a un vendedor de esos ni a mi peor enemigo.

-Eh... -dijo Harry incómodo- No demasiado.

Voldemort estiró del teléfono hasta el final de la encimera y acercó una silla. La comida olvidada.

-No os llevabais bien.

-No, no lo hacemos. Desde que... se mudaron porque alcancé la mayoría de edad no la he vuelto a ver.

-¿Por qué?

-¿Por qué qué? ¿Por qué no la he visto o por qué no nos llevamos bien?

-Ambas.

Otro suspiro.

-Es una historia larga. Pero se resume en que no son magos y no les gusta la magia. De niño... No entendía nada, pensaba que ellos tenían razón y que yo era raro. Mi vida siempre ha sido una locura pero hasta los once no conocí realmente nada sobre mí.

-¿A qué te refieres?

-Como murieron mis padres. Es un poco extraño que miles de personas supiesen como murieron y yo no lo hiciese. O que se conociesen cuando ni siquiera yo sabía que era un mago o que la magia existía. Así que para ellos simplemente fui un problema. No veo necesario mantener el contacto más de la cuenta. Mi primo al menos ha cambiado... es como si estuviésemos conociéndonos ahora. Lo cual es absurdo cuando vivimos dieciséis años juntos. Y diez de ellos noche y día.

Extrañas coincidenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora