17. El ritual

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Tom mentiría si dijese que no estaba impaciente, nervioso incluso. 

Harry no había dudado cuando le había dicho que lo tenía preparado todo, que necesitaba su ayuda para poner a prueba su teoría. Se había aparecido a los cinco minutos en su casa en pijama, le había saludado con una sonrisa y lo había besado antes de coger una taza y servirse un café que acababa de preparar. 

Afortunadamente Lunny sabía esconderse bien. Harry no había dudado en sentarse en la mesa con la taza de café mientras Tom lo observaba apoyado en la encimera con los brazos cruzados mirando la marca que le había dejado la otra noche en el cuello y que se asomaba por el cuello del pijama camisero. Todavía se veía amoratado y no pudo evitar sonreír. 

-¿Por qué sonríes tanto? -preguntó Harry.-¿Tienes ganas de probar tu teoría?

Marlo negó con la cabeza y se acercó silenciosamente, Harry se levantó de la mesa como si estuviese hipnotizado y Marlo pasó un dedo por los labios de Harry quitándole la espuma del café que había quedado en sus comisuras para luego cerrar la distancia y besarlo. Harry colocó sus manos en la espalda baja de Marlo, pero antes de que pudiera llegar más lejos y sacarle la camisa de los pantalones, Marlo se separó.

-Más tarde, debemos estar concentrados.

-¿Y soy una distracción?

-Más de lo esperado.

Harry rio, incapaz de detenerse y haciendo que Marlo arquease una ceja.

-Lo dices como si te desagradara la idea.

-Y no sabes cuanto lo hace-se burló Marlo, haciendo que Harry riese más todavía-. Hmm... estás muy risueño esta mañana, no te tomaba por alguien mañanero.

-Y no lo soy, pero estoy feliz por ti, quiero que tengas éxito en esto, estoy feliz de poder ayudarte y estoy feliz por nosotros. Muy, muy feliz.


Después del desayuno, Harry fue forzado a llevar un traje de Marlo y ajustarlo a su tamaño. Marlo no había querido que fuera a casa a por uno por si uno de los amigos de Harry seguía por allí y decidía traerlos o cualquier cosa, no necesitaba a nadie que pudiese interferir cuando estaba tan cerca. 

Harry tampoco había entendido cual era la necesidad de llevar traje para un ritual, pero como era importante para Marlo no había protestado. La verdad, se sentía bien llevando el traje de Marlo, no quería ver el traje que había llevado en la Mansión Malfoy. 

Todavía recibía algunas cartas de Draco Malfoy, cada vez más insistente sobre el dolor de la marca. A Harry no le importaba, simplemente no quería saber nada sobre eso, ahora estaba en un buen momento y no necesitaba que nada se lo estropeara. Le daba igual si no estaba siendo valiente, si se parecía poco a él o si no era un Gryffindor.

Ginny había tenido esos años adjetivos y comparaciones similares para toda una vida. Incluso la señora Malfoy, que ciertamente no sabía que pensar de la madre de Draco, le había pedido que se reuniera a solas con ella en un entorno neutro. No tenía miedo de reunirse con ella, pero había declinado disculpándose, diciendo que en estos momentos no podía hablar con ella. Quizá, más adelante, en cierta forma sentía que le debía algo, aunque sabía que no era así.

Harry estaba nervioso, y no sabía por qué. Había visto a Marlo trazar círculos perfectos con una tiza, disponer un atril en la parte frontal de su sótano, como si lo hubiese hecho cientos de veces. 

El sótano de Marlo tenía una cantidad sorprendente de pociones para la resaca y de pimienta así como ungüentos para heridas menores. Algunos tenían capas acumuladas de polvo y apenas se leían las etiquetas, Harry dudaba que tuviesen algún efecto a estas alturas, probablemente solo ocasionarían un fuerte dolor estomacal o cualquier efecto secundario.

Extrañas coincidenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora