18. Efectos secundarios

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-¡No le está bajando!-gritó Ron por enésima vez.

-No ayudas Ron-dijo Hermione mientras volvía a ponerle el ungüento en el brazo que se había escindido.

-No hay nada que pueda hacer para ayudar, has dicho que no le podíamos dar pociones.

-Y no podemos, sospecho que su núcleo está sobrecargado, no harán efecto, serían igual de efectivos que una voluta de humo.

-¿Y si se lo damos y probamos?

-Ron, puedes probar si quieres pero simplemente no va a hacer nada y no sé como interferirán con los medicamentos muggles.

-Esos medicamentos no hacen nada, no sé como no mueren todos de un resfriado.

-Son lentos pero harán su efecto.

-Lleva así desde anoche y solo se ha despertado para decir que no llamemos a Madame Pomfrey ni lo llevemos a San Mugo. ¿Qué narices le ocurrió?

-No lo sé, quitando su brazo y el agotamiento no tiene más heridas.

-¿Y sí lo han maldecido y estas horas son fundamentales?-preguntó Ron yendo de aquí para allá.

-Ron, conjura más hielo, siéntate y cállate-dijo Hermione, esperando no equivocarse.

Era normal que Ron estuviese nervioso, Hermione también lo estaba. Harry había caído con un ruido sordo en su casa. Cuando escucharon el ruido de la aparición y el golpe sin duda no esperaban encontrarse con Harry inconsciente, empezando a empapar la alfombra de sangre por un corte profundo en su brazo que llegaba hasta el hueso. 

Harry se había despertado cuando lo habían levantado para llevarlo a San Mugo y Harry había sido muy claro al respecto: no quería ir y tampoco quería que lo viera Pomfrey. Para cuando fueron a preguntarle que había sucedido, ya estaba inconsciente de nuevo. Así que Hermione y Ron, ya habiendo pasado por algo parecido cuando estaban escondiéndose, se pusieron manos a la obra.  Hermione había aprendido un par de cosas sobre ese tipo de heridas cuando terminó la batalla de Hogwarts.

Hermione le había cerrado la herida y le había puesto un ungüento cada cuatro horas para que terminara de cerrarse bien, además el ungüento tenía una propiedad calmante, pero sabía que estaría con mucho dolor cuando se despertara. Había realizado un hechizo de diagnóstico básico y había visto que había habido un pico de magia recientemente, por lo que el valor estaba muy alterado y sospechaba de sobrecarga al núcleo. No era preocupante per sé porque con el tiempo volvería a los niveles normales y eso solo lo podía curar el descanso, en dos o tres días de reposo deberían ser normales. Ese estado también explicaría la fiebre, sin embargo, según lo que había leído, no deberían durar tanto tiempo, el pico de fiebre ya debería haber bajado y por ahora era una constante. No había cambios.

Al mediodía, Harry fue recuperando la conciencia, le escocían los ojos, le dolía todo el cuerpo y especialmente el brazo. Sin duda, no era una buena forma de despertar, y por si fuera poco sentía herido su orgullo y una vergüenza que amenazaba con comérselo entero, era casi peor que el dolor físico, porque ese descubrimiento había dolido quizá más que escindirse un brazo por una mala aparición. Pensándolo ahora, había sido un poco estúpido por su parte aparecerse en su estado, pero quedarse habría sido una peor opción. Probablemente Voldemort lo habría encerrado en ese maldito sótano hasta averiguar como quitarle la magia para matarlo y Harry se habría vuelto loco allí mismo.

-Amigo, estás despierto-dijo Ron.

-Te has hecho de rogar-dijo Hermione secándose una lágrima que se le escaba del rabillo del ojo.

-Yo... -dijo aclarándose la garganta-debo haberos asustado.

-¿Asustado? Casi nos matas de la preocupación-dijo Hermione.

Extrañas coincidenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora