3. Velada

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-Hola Harry -dijo Luna dándole un abrazo.

-Hola, hoy llegáis puntuales -dijo Harry.

-Oh, ¿si? -preguntó ladeando la cabeza- no me había dado cuenta.

-Hola -dijo Neville después de que Luna dejara de abrazar a Harry-. Afortunadamente hoy Luna solo se ha entretenido en la pastelería. Se ha empeñado en traer unos pastelitos de crema con glaseado rosa.

-Gracias Neville, seguro que estarán muy bien.

-¿Quién es? -preguntó Neville-,  ¿estás ocupado?

-¿No les has dicho que vendría? -preguntó Marlo enarcando una ceja.

-Oh... es Marlo, alguien que conocí recientemente, le dije que podía venir. Espero que no os importe...

-Yo soy Luna, encantada -dijo con una sonrisa antes de que Harry pudiese presentarlos-. Él es Neville.

Neville se acercó y algo tímido le tendió la mano. Marlo la estrechó rápida y firmemente.

-Encantado.

-Eres... diferente -dijo Luna girando la cabeza a un lado y a otro mientras lo miraba.

-Soy un squib -dijo Marlo cruzándose de brazos, haciendo que Harry jadeara.

-Luna.. eso no es muy educado.

-Harry tiene razón, no debes mirar a la gente que acabas de conocer así..

-Oh, no, no es por eso -dijo Luna con una sonrisa-. No se lo que es pero... está bien, ser diferente es agradable. Todos aquí lo somos.

Harry y Neville se miraron intercambiando una mirada y Neville se encogió de hombros.

-He hecho lasaña, espero que te guste Marlo -dijo Harry, conduciéndolos a la cocina y deseando cambiar de tema.

-La de Harry es la mejor. A mi nunca me sale -dijo Luna.

-Dejemoslo en que... tienes habilidades culinarias especiales -dijo Neville.

-¿Tu crees?

Harry se rió probablemente en mucho tiempo, sabiendo a que se refería su amigo.  Luna siempre hacía combinaciones extrañas de condimentos e ingredientes porque según ella estaban en armonía y bueno... sus galletas con forma de conejitos y extra de jengibre eran demasiado... picantes. Pero como a Neville le gustaban las plantas tanto, Luna había asumido que le gustarían las cosas naturales. Sin embargo, a Neville le pasaba con esas galletas como a Harry con los pasteles de Hagrid, evitaba comerlos si podía pero no estaba en él la capacidad de decirle que eran horribles. Ahora que lo pensaba... hacía tiempo que no veía a Hagrid. Quizá debería visitarlo algún día, seguía en Hogwarts así que quizá podría usarlo como escusa e ir a ver al retrato de Snape. Merlin... ¿qué pensaría el hombre si lo viera? ¿Y Dumbledore...? Ni siquiera quería enfrentarse de nuevo a él y abrir la lata de gusanos. Ni siquiera sabía que le diría cuando lo viese y no era como si Harry no hubiese mantenido una y otra vez en su mente una conversación hipotética, últimamente hacía mucho eso. Tampoco era la primera vez que pensaba en esto.

Antes de que se distanciara de Hermione, ella lo había diagnosticado con un sin fin de trastornos, y como siempre hacía se había comprado un montón de libros de psicología, pero que continuamente estuviese observando lo que hacía o decía para darle un nombre, solo había hecho que Harry se exasperara más y exacerbara su relación.

Harry se había quedado totalmente sumido en sus pensamientos. Sus amigos se miraban confusos, ya lo habían llamado un par de veces y no contestaba. Voldemort miró a los otros dos que no parecían tener mucha más idea que él sobre lo que hacer.

Extrañas coincidenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora