Capítulo 9.

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"Una extraña sensación de calidez de plantó en su mano mientras él estaba distraído persiguiendo con sus orbes grisáceos a una mariposa azul. Su atención fue captada tan pronto pequeñas caricias fueron depositadas en ella y Wei WuXian frunció levemente el entrecejo, mirando como pequeños toques eran causados por los perfectos dedos de Lan WangJi.

¿Si, Lan Zhan?

Algo andaba mal, lo sabía desde el momento en que el menor pidió por su atención con contacto físico y sólo pudo comprobarlo cuando notó una pequeña silueta de un niño de ojos dorados.

Wei WuXian no sabía cómo lo sabía, pero ese era Lan WangJi.

Un pequeño y adorable Lan WangJi.

Mnh. — La mano del pequeño se envolvió en su dedo índice y solo hasta entonces, fue consciente de que su mano era igual de pequeña que la del adorable Lan Zhan, el cual estaba pidiendo por ir a algún lugar que desconocía.

— ¿A dónde, Lan Zhan? — Wei WuXian se puso de pie con confusión sin entender mucho, pero obedeció y comenzó a caminar junto a su apapachable compañero.

La silueta de Lan WangJi era pequeña, media menos de un metro de altura. Sus mejillas eran regordetas y rojizas, sus pestañas largas se batían encima de sus ojos, siendo imposible no darles atención. Su cuerpo pequeño era un tanto robusto, pero Wei WuXian no pudo evitar pensar en lo cálido y lindo que sería un abrazo de un niño inocente y tierno. Su corazón se calentó al ver como Lan Zhan le miraba con el ceño fruncido como si estuviera molesto.

Mnh.

Pero Wei WuXian no entendía.

Y al parecer, WangJi no hablaba. Era muy pequeño para hacerlo como era debido. Sin embargo, podía mantenerse de pie y caminar con leves tropezones de sus pies al enredarse entre .

Por alguna extraña razón, vestía una bata blanca hasta los tobillos, cubriendo todo su cuerpo. Su cabello llegaba a la altura de sus codos y era amarrado por una cinta blanca que pasaba por su frente y se escondía entre su melena negra. Sus ojos eran demasiado grandes, tan brillantes como una luz cegadora bañada en inocencia y pureza.

Mnh, mnh, ¡mnh! — tiró de la mano de su mayor con insistencia en un intento por pedirle seguir cuando este se detuvo y tan pronto como entendió, volvió a permitirse ser guiado por el pequeño.

Lan Zhan, ¿a dónde vamos? — Incluso su propia voz era un poco más dulce de lo normal, era suave y un tanto aguda.

— Mari... — el pequeño WangJi se detuvo esta vez y su ceño fruncido con molestia no pasó desapercibido por el mayor. Su pecho se infló como si quisiera tomar suficiente oxígeno para decir: — Ma... nari... — El fastidio fue palpable en sus bonitas y suaves facciones, dándole un aspecto muchísimo más adorable. Wei WuXian se arrodilló frente a él para mirarlo con tranquilidad, sonriendo.

Los dos jadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora