Capítulo 15.

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Lan WangJi miró al joven de ropas oscuras con una mirada ligera y suave antes de preguntar algo que sólo iba con el propósito de hacerlo sentir un poco menos tenso.

— ¿Cuál es tu nombre?

Hacía cerca de una hora que Wei Ying y Xue Yang, con ayuda de un atento Xiao XingChen, tomaron asiento un poco más cerca, cediéndole el lado junto a Jiang Cheng al menor para brindarle seguridad y confianza. Éste acomodó su silla a una distancia prudente, pero teniendo cuidado de no acercarse mucho. Wei WuXian también lo hizo, poniéndose a su lado pero estando un poco más cerca de Lan WangJi y con palabras delicadas y suaves, Xue Yang fue integrado a la conversación aún si sus respuestas se limitaban a asentimientos de cabeza y negaciones.

Al escuchar la pregunta del joven de orbes dorados, Xue Yang se removió en su lugar con inquietud.

La bolsa de caramelos que ya había sido abierta con suma delicadeza y después de conservar el listón en uno de los bolsos de sus pantalones, era sostenida entre sus manos con firmeza.

Cuando Wei WuXian notó su incomodidad y estuvo por ayudarle y hacerle saber que no era necesario decir nada si no lo quería, la voz suave llegó en un murmuro: — Xue Yang.

Lan WangJi asintió, extendiendo una de sus manos para arrebatarle el plato con galletas de vainilla a su hermano para presentarlo frente a Wei WuXian, pidiendo silenciosamente para que lo acercara al otro. Los ojos curiosos y que aún se veían un poco inquietos y nerviosos por la gran presión que convivir con tantas personas conllevaba, examinaron cada uno de sus movimientos con precaución.

— ¿Quieres galletas?

Lan Xichen no se opuso, en realidad le parecía adorable que alguien que hablaba tan poco como Lan WangJi, estuviera haciendo un esfuerzo por entablar una conversación con una persona temerosa de salir de lo que se había convertido en su zona de confort.

Wei WuXian miraba de forma atenta con una sonrisa contenta, observando las acciones de ambos jóvenes, teniendo el cuidado suficiente para no ser brusco. Tomó el plato que WangJi le había ofrecido y lo colocó frente a Xue Yang, sobre la mesa.

— Puedes tomar las que quieras, A-Yang. — El mencionado inclinó la cabeza en agradecimiento y buscando con una mirada a Jiang Cheng, hizo un escaso movimiento con sus manos, pidiendo permiso para ofrecerle un caramelo a Lan WangJi.

WanYin normalmente se hubiera molestado tal y como él había dicho, ¿pero cómo podía molestarse cuando los grandes ojos de ChengMei le miraban pidiendo un permiso que no podría negarle?

Con una sonrisa, WanYin asintió.

El de negro metió una de sus delgadas y cortas manos a la bolsa, buscando en ella con las mejillas calientes. Cuando encontró un caramelo que más bien era una nuez envuelta en chocolate, extendió su mano en dirección a Wei WuXian. Por lo contrario a lo que se esperaría de Wei WuXian, decidió no bromear y entendiendo su pedido sin escuchar una sola palabra, colocó el caramelo sobre la mesa, justo frente a Lan WangJi.

— ¡Hey, Lan Zhan! Mira, A-Yang dijo que es para ti. No seas malo y tómalo. — El menor le miró sin entender.

— ¿Para mí?

Wei WuXian asintió, dejando caer su espalda sobre el respaldo de la silla.   — Un trueque. Él come una de tus galletas y tú tienes un dulce a cambio.

Para Xue Yang, esa era la forma en que funcionaban las cosas. Si él recibía algo de parte de otra persona, tenía que devolver el gesto. Si le regalabas un caramelo, él te daba dos. Si le dabas una carta —como era en el caso de Xiao XingChen—, él te hacia diez. Si le cocinabas —nuevamente, solo aplicaba para Xiao XingChen, ya que era la única persona con la que se atrevía a probar platillos nuevos—, él le mimaba todo el día, aunque al final fuera él quien recibiera los mimos.

Los dos jadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora