Capítulo 26.

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Después de... una sesión más de besos, Lan WangJi y Wei WuXian regresaron junto a sus compañeros para realizar la actividad. Jiang Cheng se había sentido bastante curioso al respecto, ya que los labios de ambos lucían un tanto hinchados y rojos. Y cuando se fueron, ambos tenían los labios pálidos.

Justificando sus acciones antes de que pudiera quedar como un acosador, era muy observador. Y tenía una memoria fotográfica, por supuesto. Eso lo excusaba de ser señalado como un pervertido.

Sin embargo, eso no fue lo único que llamó su atención, sino también el ver como su habitual desvergonzado hermano, se veía tímido, sonrojado y bajaba la mirada cada que Lan WangJi le observaba con extraña vergüenza y complicidad. Los coqueteos que se habían vuelto parte del día a día de WanYin desde que su hermano había aceptado al hermano de Xichen como su pretendiente, se habían desvanecido de un momento a otro. Los dos guardaban un silencio extraño, más de extrañar del Wei, pero eso no lo hacía menos extraño. Sino más preocupante.

Jiang Cheng conocía a su hermano a la perfección y el que él guardara silencio significaba dos cosas: o estaba triste, o quería asesinar a alguien y estaba luchando por controlarse. Pero en esa ocasión no parecía ser ninguna de las dos y eso le asustaba el triple. Pero a pesar de ello, no mencionó nada al respecto porque a decir verdad, se veía bastante feliz y no quería interrumpirlo, además de que quería disfrutar de las indicaciones de Lan Xichen, que de vez en cuando tomaba sus manos con el tonto pretexto de "ayudarle a plantar de forma correcta".

Como en esa ocasión.

Lan Huan sonrió con gentileza y las mejillas encendidas, tomando las manos de su menor luego de haber pedido su permiso en un murmuro y las colocó justo sobre la tierra con el propósito de hacer un pequeño orificio en medio de la maceta. Jiang Cheng apretó la mandíbula para evitar gritarle al rostro por ser tan hermoso cuando notó el verde de sus ojos brillando con intensidad y se tragó todas sus emociones al aclararse la garganta.

— Debes hacer cuatro más alrededor, YinYin. — Pero al escucharlo, el ceño del mencionado se frunció y sus ojos se abrieron con sorpresa.

— ¡Lan Huan!

— Perdón, perdón, no fue con intención. Honestamente, olvido que te da vergüenza. — Y si bien sus palabras fueron en un susurro para evitar que nadie más pudiera escucharlos, eso solo lo hizo sentir más avergonzado. Bajó la mirada y mordió su lengua dentro de su boca. Xichen soltó una pequeña risita antes de volver a hablar. — WanYin, ¿te han dicho que eres muy tierno?

El menor asintió con desinterés fingido y un toque de altanería.

— Tú.

— Oh, es cierto. Bueno, te lo diré todo el tiempo, porque eres muy lindo. Todo de ti es muy lindo. — Jiang Cheng zafó una de sus manos del agarre de su mayor para tapar su frente y ocultar sus ojos, haciéndose pequeño en su lugar. Su expresión y su apariencia detonaban exasperación, incluso el tono de su voz podía llegar a interpretarse como molestia. Pero en realidad, su comportamiento no se debía a otra cosa además de estar muy avergonzado.

Pero lo que más culpa le causaba, era el querer seguir escuchando.

— Dios, ya cállate, Xichen. — Al no escuchar una respuesta pasados unos segundos, su entrecejo se curvó y retomó su posición inicial para ver a la persona frente a él observándole con una enorme sonrisa, pero sin intenciones de hablar. — ¿Por qué te callas?

— YinYin dijo que debo guardar silencio.

— ¡Lan Huan!

Por otro lado, mientras Jiang Cheng luchaba contra si mismo para no golpear a quien le gustaba por el simple hecho de ser incapaz de hacerlo y no querer deformar el hermoso rostro que quería besar, su hermano se encontraba sentado sobre el pasto, justo detrás de ellos, recostando su espalda contra un árbol. A uno de sus lados se encontraba Lan WangJi, quien se encargaba de usar herramientas de jardinería para preparar los orificios en la tierra.

Los dos jadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora