Capítulo 13.

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Sirvió el contenido de la cacerola en un par de tazas, una de ellas poseía el dibujo de un cachorro con orejas largas y puntiagudas, y la otra, una rana pequeña verde y sonriente. Tomó un plato de vidrio para servir galletas de vainilla y chocolate y lo llevó hasta la sala de estar para ponerlo sobre una mesa, la cual estaba frente a un Jiang Cheng envuelto en una manta con la nariz roja y ojos llorosos.

Se dirigió a la cocina para ir en busca de las dos tazas de cerámica y le tendió la del dibujo del canino a su hermano menor.

— Es chocolate, A-Cheng.

El de ojos violetas la aceptó con lentitud mientras tosía un poco. La sostuvo entre sus manos cubiertas por la manta con cachorritos en todas partes y le dio un pequeño sorbo.

— ¿Te sientes mejor?

Jiang Cheng asintió.

Habían pasado cerca de dos días después de la salida con Lan WangJi. Y después de que Lan Xichen se ofreciera a llevarlos a casa, en medio del transcurso una tormenta se desató y al bajar del auto, las gotas de lluvia se abrazaron a Jiang WanYin, ocasionándole el resfriado con el que estaba intentando lidiar sin insultar a alguien.

— ¿Quieres una galleta? También tengo bombones. — Buscó entre la bolsa de su pantalón de pijama y tomó uno de los dulces que llevaba consigo desde que el menor de los Lan le regaló la caja con caramelos. En uno de sus bolsillos se encargó de guardar cerca de cinco caramelos con envoltura violeta, todos para dárselos a su hermano en diferente hora del día. — También tengo de estos, ¿quieres uno?

Jiang Cheng negó.

— Te los dieron a ti. No deberías compartirlo con nadie más cuando fue un regalo.

Wei WuXian tomó asiento en el sofá, tomando la taza con su mano derecha y colocando el caramelo sobre su muslo izquierdo con su mano libre. — ¿Por qué no debería? — Sus ojos grises viajaron hasta el pequeño objeto sobre su pierna, recordando lo tierno que había sido Lan WangJi al darle un regalo.

— Porque, es para ti. No para las demás personas. Es... complicado de explicar, pero no es lo mismo que a que tú compres algo y lo compartas con otras personas, Wei WuXian. Lan WangJi te lo dio porque probablemente le recordó a ti de alguna manera. Aún si es de forma amistosa, no creo que sea correcto compartirlo cuando es algo dirigido solo para ti.

— ¿Pero por qué no, A-Cheng?

El menor lo pensó unos segundos, dándole otro sorbo al chocolate caliente. — Si tú le dieras un regalo a él, ¿no te molestaría que lo compartiera con otras personas? — Su mayor le miró sin entender. — Quizá solo es mi pensamiento o es algo demasiado egoísta de mi parte, pero no me gusta que compartan las cosas que le regalo a una persona. Es incómodo. He llegado a pensar que, es porque el regalo no ha sido lo suficientemente bueno como para que quiera conservarlo para sí mismo.

— Bueno... supongo que tienes razón. — Wei WuXian lo pensó por unos momentos hasta llegar a la conclusión de que era cierto, porque él sentía lo mismo cuando daba un regalo.

Incluso en las veces en las que le dio una bolsa de bombones a su madre y ella lo compartía con su hermano y su padre o alguna otra persona, había llegado a sentirse celoso de eso. No le gustaba que compartieran su regalo. Y llegaba a pensar lo mismo que Jiang Cheng, habían ocasiones en las que Wei WuXian pensaba en que el valor de su regalo incluso disminuía al ser compartido.

Pero, Lan WangJi no era Wei WuXian, ni mucho menos Jiang Cheng.

Cuando Lan WangJi le dio el regalo a Wei Ying y vio que este lo compartió con él, se sintió feliz. Pero cuando vio que también lo compartía con su hermano y Lan Xichen, se sintió satisfecho y orgulloso de sí mismo. Su corazón se sintió aliviado al pensar que Wei WuXian era del tipo de persona que cuando probaba algo nuevo, alguna comida, caramelo, o lo que fuera, buscaba compartirlo con alguien más para no disfrutar de ello solo. Cuando algo era realmente bueno como para querer que demás personas fueran testigos de esa maravilla.

Los dos jadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora