XXVII. Discriminación Religiosa -- Huế / Vietnam 🇻🇳

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Parqueado a salvo y seguro, rodeado por antiquísimas edificaciones que tenían la apariencia de ruinas ancestrales, y cuyas paredes exteriores daban hogar a plantas y musgos, un viejo auto azul de los años setenta atestiguaba la historia de una desgarradora y perturbadora tragedia que hacía cinco décadas había conmocionado al mundo entero.

Otra tragedia que, como suele pasar en nuestra triste humanidad, ya nadie parece recordar.

Ocurrió en un país con más del ochenta por ciento de población budista, en una época de crisis política internacional.

Un presidente católico, privilegiaba socialmente a quienes compartieran su misma "fe" sobre quienes no, fabricando una inextricable crisis social.

Empleados públicos y militares eran obligados a apostatar del budismo y convertirse en católicos para conservar sus trabajos o avanzar en su carrera profesional.

La población católica recibía tierras y subsidios, mientras que se desamparaba y discriminaba a la mayoría local.

Fue en ese mismo auto azul que Thích Quảng Đức, un monje y maestro budista, llegó a Saigon (Ho Chi Minh City), la capital del país.

Acompañado por otros monjes, detuvo el vehículo frente al palacio presidencial en medio de una manifestación pacífica.

Se sentó sobre un cojín en la carretera, tomó la posición de loto mientras todos pensaban que iba a meditar y expresó las siguientes palabras:

"Antes de cerrar los ojos y avanzar hacia la visión del Buda, suplico respetuosamente al presidente Ngô Đình Diệm que tenga una mente de compasión hacia la gente de la nación e implemente la igualdad religiosa para mantener la fuerza de la patria eternamente..."

Tras ser rociado completamente por sus acompañantes con la gasolina de ese mismo carro, el mismo tomó un fósforo, lo encendió, e inmóvil, inmutable y apacible, se prendió en fuego a la vista de toda la humanidad hasta que las llamas consumieron su carne.

David Halberstam un periodista americano que presenció la escena, la describió así:


"Iba a volver a ver esa imagen de nuevo, pero una vez fue suficiente. 

Las llamas salían de un ser humano; su cuerpo se estaba marchitando y encogiendo lentamente, su cabeza ennegreciéndose y carbonizándose. 

En el aire se percibía el olor de la carne humana quemada; los seres humanos arden sorprendentemente rápido. 

Detrás de mí podía oír el sollozo de los vietnamitas que se estaban reuniendo. 

Estaba demasiado conmocionado para llorar, demasiado confundido para tomar notas o hacer preguntas, demasiado desconcertado para incluso pensar ... 

Mientras ardía, nunca movió un músculo, nunca emitió un sonido, su compostura exterior  contrastó agudamente con la gente llorando a su alrededor"

Esta es quizá una de las historias más impactantes que hubiera llegado a leer en mi vida y de las que posiblemente se halla oído en los últimos años.

Los segundos, durante los que leí aquella escena en las paredes de aquel sitio, parecí transportarme al macabro momento, a la remota época y el lejano lugar.

Pero al creer confrontarme con la imagen del monje ardiendo en implacables llamas, mi mente me sacudió con horror recordándome de la realidad.

Estaba a salvo, en un futuro y un mundo en el que esas cosas ya no parecían importar.

VIAJANDO ENCONTRÉ A DIOS [ ✔COMPLETA] [ EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora