V. Más Allá de mi Anterior Sendero-- Berrien Springs / EE. UU. 🇺🇸

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Al mirar por la ventana del tren, me envolvía un sentimiento de anticipación y nostalgia. Siempre he tenido una fascinación especial por los viajes en tren, y aquel día no fue la excepción. Mientras el paisaje de verdes praderas y hermosos parajes se deslizaba ante mis ojos, me perdí en el encanto del viaje.

En el tren, la dinámica familiar se tornaba entre lo cómico y lo tierno. Mi hermana, cautelosa con su equipaje, contrastaba con la relajada actitud de mi cuñado, quien con cariño le recordaba que estábamos lejos de Colombia, donde tal precaución era de segunda naturaleza. Esas pequeñas interacciones eran un recordatorio cariñoso de dónde veníamos.

Mirando al inspector de boletos, recordé mis días de aventuras más temerarias, siendo yo el polizón evadiendo a esas figuras de autoridad en otros países. Esos recuerdos me hicieron sonreír, marcando cuánto había cambiado desde entonces.

Al llegar a nuestro destino, fuimos recibidos por Pedro, un hombre de estatura baja, pero con una presencia que irradiaba bondad y serenidad. Su viejo carro, aunque modesto, era el vehículo hacia nuestra próxima aventura. Durante el viaje, mi fatiga me envolvió en un velo de silencio, dejando que las conversaciones fluyeran a mi alrededor mientras contemplaba el nuevo escenario.

La llegada a la casa de Pedro nos recibió con una calidez familiar. Su esposa y sus hijas nos acogieron con una cena casera, ofreciendo un sentido de comunidad y hogar que solo se encuentra en los lazos genuinos de la hospitalidad.

Explorar la Universidad de Andrews con mi hermana fue como retroceder en el tiempo a nuestra infancia, donde cada rincón y cada nuevo descubrimiento nos llenaba de asombro. Los árboles de manzana, que nunca antes habíamos visto, nos fascinaron con su simplicidad y belleza natural.

La ocasión se hizo aún más especial cuando llegó el cumpleaños de mi hermana. Pedro, siempre considerado, nos llevó a comprar sorpresas para ella. Incluso en el supermercado, me encontré maravillado con lo que para los locales era común. Fue allí, entre los pasillos de una tienda vegana, donde descubrí la leche de almendras. Ese sabor único no solo deleitó mi paladar, sino que también plantó la semilla de un cambio de vida hacia el vegetarianismo.

«Mientras me adentraba en los pasillos del supermercado, no podía evitar preguntarme: ¿qué otros descubrimientos y cambios me esperarían en este viaje?»

El día del cumpleaños de mi hermana amaneció lleno de promesas y alegría. Ella me confesó que compartir ese día conmigo era el mejor regalo que había recibido en años. Esa confesión tocó profundamente mi corazón, reafirmando los lazos inquebrantables que nos unían. Nos sumergimos en la exploración de la universidad y del pintoresco pueblo de Berrien Springs, capturando momentos con nuestras cámaras, risas resonando entre nosotros.

Berrien Springs, con sus calles tranquilas, parecía un pueblo fantasma. Un escenario sacado de un filme del viejo oeste, donde la soledad era interrumpida solo por el paso de una bola de paja rodante y el fortuito avistamiento de algún transeúnte. Esta atmósfera me llevó a reflexionar sobre la soledad y el contraste con los bulliciosos pueblos de Colombia, proporcionando un marco para la contemplación y la apreciación de los diferentes ritmos de vida.

Pocos días después de nuestra llegada a la casa de Pedro llegó Josiah, el novio de una de las hijas de Pedro, trajo consigo una nueva perspectiva. Su aire de misterio y su cabello largo y desaliñado contrastaban con su persona de joven cristiano bien portado de familia conservadora. Su apariencia, ideas y ademanes me recordaron que, al igual que yo, otros también transitaban sus propios caminos únicos. 

Caminando junto a Josiah y su novia, nos adentramos por senderos silvestres que serpentean hacia el lago Michigan, un lugar que retaba mi idea convencional de la playa. A medida que nos acercábamos, la vastedad del lago se desplegaba ante nosotros, extendiéndose como un mar sin fin. Siempre me había sentido ajeno al encanto de las playas, disuadido por el sabor del agua salada y el ardiente sol que parecía aguijonear mi piel. Pero aquí, a orillas de este lago de agua dulce, rodeado de la serenidad de la naturaleza y en la grata compañía de personas que rápidamente se habían convertido en parte importante de mi viaje, la experiencia se transformó en algo muy especial.

VIAJANDO ENCONTRÉ A DIOS [ ✔COMPLETA] [ EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora