Ese día, el aun siendo un pequeño niño, escuchó que algo se rompía, como aquel trueno que había caído por la lluvia; todo pasaba a cámara lenta, su madre encima de el, apuntando el cuchillo a su pecho, su ojo izquierdo comenzaba a ver rojo por la sangre que empapaba la mitad de su rostro, cerró los ojos y volteo su cara, esperando el ardor en su cuerpo, la punzada final y después de todo, la muerte. Su madre estaba decidida a matarlo, como habia intentado otras veces más, pero de nuevo, su padre la interrumpió.
Esa noche, Dante se preguntaba el por que sus padres le hacían daño, su padre golpeaba a su madre lleno de ira, y si el niño se metía a defenderla, también lo golpeaba a el. La madre descargaba su ansiedad y miedo con su hijo, miraba la imagen de su esposo en el, confiando en que en un futuro se convertiría en el monstruo que era su padre, y no había nada más que eso que la hiciera aterrarse. Prefería matarlo antes de que siguiera los pasos del hombre de la casa, ya no le importaba que le pasara a ella, dentro de su dañada mente, debía salvar a su hijo.
La siguiente noche despertó en el hospital, sintió una mano pesada en la suya, era de su progenitor, se sentía extraño, era como si su lado temeroso y nervioso estuviera dormido, simplemente estaba cansado. Su padre despertó y miro al niño, éste hubiera reaccionado asustado de que su padre haya puesto su mirada en el, pero eso no pasó, sus ojitos marrones estaba apagados, sin vida, vacíos.
El mayor alertó al cuerpo medico, quien de inmediato enteraron enfermeras y un doctor en turno.
"—¿Como te sientes?—" preguntó el de la bata blanca, se le quedó mirando por unos minutos, como si le hubiese preguntado el origen verdadero de la vida, y era verdad, no sabia que responder, por que ahora no sentía nada. Sus ojos chocolates miraron a su padre, este solo lo miro, su rostro era diferente al de siempre, no estaba enojado, parecía preocupado.
"—Me siento bien...—" respondió mirando a su padre.
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"—Mamá está en el hospital, no volverá a hacerte daño...—"
Todo estaba pasando rápido, desde esa noche no había vuelto a ver a su madre, el hombre no esperaba que el niño preguntara por ella, no después de intentar asesinarlo, a pesar de todos los intentos fallidos de matar al pobre niño, nunca creyó que intentara realmente acabar con su vida, se había hecho de la vista gorda desde el primer intento, pero las cosas empeoraron. Su hijo estaba vivo pero era obvio que no era mismo, su cara cansada y vista perdida. Era totalmente su culpa, haber retorcido la mente de su esposa, eran demasiado jovenes para ser padres.
El pueblo tampoco ayudaba a pesar de que eran el futuro de sociedad, pues en aquellos años 50, aun eran cerrados de mente, y un error como el haber tenido un bebé a las 16 años era visto ya sea de buena o mala manera, dependiendo de la persona.
Se sentía culpable, el pequeño a su lado no tenia ni un poco de culpa el error de sus adolescentes padres, temerosos y traumados. Ahora, ya con 28 años de edad, se propondría a cambiar su vida, olvidar el pasado y seguir adelante. Ya demasiado tarde.
