One Week

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"¿Cómo puedo evitarlo si creo que eres gracioso cuando estás enojado?
Y trato muy fuerte de no sonreír, pero me siento mal.
Soy el tipo de chico que se ríe en un funeral,
¿No puedes entender lo que digo? Bueno, pronto lo harás.
Tengo la tendencia de pensar con el corazón,
tengo el historial de quitarme la camisa."
One Week - Barenaked Ladies


Aparcó su auto, ya un tanto viejo, en el estacionamiento de la preparatoria Inkigayo, en donde se hallaba cursando su último año. Aquel auto había sido un regalo de parte de su madre a los dieciséis años, unos meses antes de que falleciese. Quizá no era tan lujoso como los que sus compañeros manejaban, sin embargo, a Ji Yong no le interesaban esas cuestiones. El suyo le fascinaba, no necesitaba más sólo para poder encajar con los idiotas que llenaban los pasillos de su colegio y menos para impresionarlos; Kwon Ji Yong preferiría morir antes que esforzarse por impresionar a alguien.

Al instante que bajó del auto cargando su mochila en el hombro izquierdo, todas las miradas se posaron sobre él, y con su semblante impenetrable, ignoró por completo a cada una de ellas mientras cerraba la puerta con fuerza, ocasionando que los que más cerca de él se hallaban, se sobresaltasen y dejasen de mirarlo con cierto miedo. Ji Yong cumplía estrictamente con los estereotipos de belleza impuestos por la sociedad y esto no pasaba por desprovisto por nadie, no obstante, carecía de lo fundamental para poder resaltar y ser admirado en la preparatoria: una personalidad carismática.  Había sido apodado entre susurros y a escondidas como «la fierecilla de Inkigayo». Y vaya que quedaba con su personalidad.

Él era consciente del atractivo de su propio físico, y por eso mismo no es esforzaba en lo absoluto en arreglarse, pues buscaba evitar a toda costa atraer miradas indeseadas. Su cabello oscuro caía sobre su rostro sin cuidados especiales, peinado de la manera más simple, y su conjunto otorgaba las mismas vibras: pantalones de mezclilla holgados junto a unos botines y una sudadera negra, siempre dos tallas mayores a las que originalmente era. No le gustaba nada que se ciñese a su figura delgada.

Conforme caminaba hacia la entrada del edifico, a su paso se abría la multitud, permitiéndole avanzar sin que debiese pedirlo. Su malhumor y reputación fungían como las manos de Moisés separando un mar de personas para que pudiese llegar puntual a su clase. Sin embargo, un póster que promocionaba el baile de fin de año captó su atención y le hizo frenar su paso de manera brusca, y sin molestarse en leerlo o analizarlo, lo arrancó de la pared, arrugándolo y tirándolo al bote de basura más cercano.

—¡Oye! 

Escuchó la protesta a sus espaldas de una de las chicas encargadas de organizar el baile, mas Ji Yong la ignoró y continuó caminando.

Les había hecho un favor incomprendido a aquellos estudiantes tan obsesionados por un estúpido baile insensato. No había podido comprender porqué les obsesionaba tanto asistir, y estaba completamente seguro de que jamás lo haría.

Mientras tanto, en la oficina de dirección, Ji Eun, la consejera, tecleaba concentrada en su computador, rebuscando en su mente las palabras adecuadas para adornar el relato erótico que escribía. Trabajar en una preparatoria era realmente estresante, cada vez podía confirmar más que los adolescentes eran unos salvajes con el único propósito de atormentar a los adultos, y escribir pornografía literaria siempre la ayudaba, aún si lo que hacía era considerado un acto contra la moral, ¿escribir escenas sexuales en horario laboral y frente a sus alumnos? Hacia bastante no dejaba que aquellos pensamientos la molestasen. Claro, cuando no la estaban interrumpiendo constantemente como en aquel momento. Observó al joven que yacía sentado frente a su escritorio, un estudiante nuevo. Forzó una sonrisa amable en su rostro y cerró el portátil, apoyando los brazos sobre la madera.

10 Cosas que Odio de TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora