Can't Take My Eyes off You

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Ji Yong estaba enojado; no, estaba furioso. Cada que Seung Hyun intentaba dar un paso cerca de él, el ambiente que lo rodeaba de pronto parecía arder en irritación, y el intruso, aturdido por el repentino cambio de humor, no era capaz de acercarse ni un metro más. Mucho menos dirigirle la palabra. Cuando sus miradas se encontraban a lo lejos, siempre había cierta molestia en los ojos almendrados, una que no aparecía con ninguna otra persona. Ni siquiera con Soo Hyuk. No estaba seguro si dolería más que lo mirase como al resto del mundo, por lo que le gustaba creer que esa dureza en sus ojos era sólo para él. Pensar de ese modo era un consuelo.

Viernes. Una semana después de su fallido intento de acercarse a Ji Yong en la librería, cada vez más cerca del baile de graduación y todavía no había logrado un sólo avance. Comenzaba a frustrarse, y el tener a Mino y Soo Hyuk cada día detrás de él, recordándole que debía lograr que el Kwon mayor aceptase una salida para que ellos pudiesen salir con Jennie, era la parte más estresante de su jornada. En ocasiones le divertía pensar cómo se las arreglarían para eso, considerando que los dos lo deseaban.

—Cierto, está molesta —admitió con un suspiro agotado a la par que servía su comida. Mino y Seung Yoon estaban a su lado, quienes también lucían frustrados por la situación. Ji Yong no era para nada fácil.

«Mi dulce amor, renueva tu fervor» —declamó Seung Yoon apasionado, golpeando el puño contra la mesa. Seung Hyun se detuvo abruptamente para observarlo, arqueando una ceja en confusión.

Como si estuviese protegiendo algo valioso, observó hacia ambos lados en busca de algún moro cerca. —¡Oye! No me digas mierdas de ese estilo, alguien puede escucharte —lo regañó, negando con la cabeza en desaprobación total.

Sintiéndose regañado, Seung Yoon bajó la mirada con cierta vergüenza, mientras un Mino harto de observarlos, irrumpió en la ridícula escena.

—Mira, lo avergonzaste —obvió, señalándolo de manera acusatoria. —Sacrifícate en el altar de la dignidad e iguala las cosas.

La verdad que Seung Hyun sabía, mas no quería escuchar. ¿Abandonar su dignidad por otra persona? Esa era una verdadera tontería, un acto inmaduro y estúpido propio de historias malas de amor. No haría eso. Y se encargó de expresarlo con cada centímetro de su cuerpo. Dejó salir un bufido, y frunciendo el ceño, se alejó del par de amigos sin decir palabra alguna.

Irritado por la terquedad que Seung Hyun se encargaba de exhibir, Mino ladeó el rostro hacia ambos lados en un gesto desaprobatorio. Si se negaba a hacer algo para arreglar su error con Ji Yong, todo el avance que había hecho con Jennie se iría a la basura, y eso era algo que ciertamente no podría permitir. Seung Yoon imitó su gesto, mas al parecer con otros motivos.

—Oye —llamó, acercándose. —No le digas mierdas de ese estilo, alguien puede escucharte —señaló Seung Yoon con obviedad.

Para el infortunio de Seung Hyun, las palabras de Mino calaron en su ser, pues él mismo sabía que esa era la respuesta. Aunque no se arrepintiese en lo absoluto de no haber permitido ese beso, podía entender que Ji Yong se sintiese herido, después de todo, podría considerarse que lo había rechazado. Lo que más encontraba molesto de toda la situación era que, en realidad, ya había ideado su colosal disculpa con el fin de empatar orgullos, pero reconocerlo de los labios de otro no era algo que le gustase en lo absoluto.

Caminando por el pasillo, buscaba con la mirada a su objetivo: el líder del club de música. No tardó en visualizarlo, esperando por él en su casillero. Seung Hyun tensó la mandíbula, actuando contra su razón y todos los principios. De todas las decisiones que había tomado en los últimos meses, ésta era la más genuina y de la que menos se arrepentiría, y aun así, era difícil aceptar lo que haría.

10 Cosas que Odio de TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora