War

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"Ven a aplastarme ahora,
no te vayas,
nadie ha ganado esta guerra.
Esta vez, no, no duermas esta noche.
Estoy herido y listo para el fuego,
no me dejes alarmado y listo para morir.
Vamos, es guerra."
War - The Cardigans.



Lunes por la mañana, otro día cualquiera que exigía su asistencia a clases, en este caso, literatura a primera hora. Lo que Ji Yong jamás hubiese esperado es que, al abrir la puerta del salón para acomodarse en su asignado lugar, todas las miradas se dirigiesen a él; algunas curiosas, otras divertidas, el resto extrañadas. Inevitablemente, arrugó el entrecejo por la repentina atención recibida, y una gran molestia se instaló en él.

—¡Ji Yong, has bailado al ritmo de mi corazón! —Alguien exclamó mientras se abría paso entre los pupitres.

—¡Baila para mí, vaquero! —Agregó otro, y las risas no cesaron.

El aludido tensó la mandíbula, recordando entonces el suceso de la noche del viernes. Oh, maldito Seung Hyun. Muy en el fondo sabía que él no tenía la culpa, y que inclusive había intentado detenerle, pero se encontraba tan enojado con Choi, que pensaba echarle la culpa de todo lo que había sucedido en esa fiesta y después.

—¡Ji Yong, amigo! ¿Cuánto te debemos por tu baile en la mesa? —Lo interceptó Soo Hyuk, quien lo había esperado en su lugar, mostrándole una burda imitación de los pasos que había realizado el viernes.

Esforzándose para mantener la cordura y no acabar –de nuevo– en dirección, ignoró a cada uno de los presentes, sentándose en su pupitre como si no hubiese pasado nada. En momentos como aquel, era cuando más odiaba su bendita suerte de que le hubiese tocado un asiento tan cerca del de Soo Hyuk. Si algún día acababa asesinándolo, le echaría la culpa al encargado de asignar los lugares.

—No es que me importe —alzó la voz el profesor Lee, ganándose la atención de todos—. Pero, ¿cómo pasaron su fin de semana?

—Oh, no lo sé —habló Soo Hyuk antes de que alguien más pudiese comentar algo—. Mejor que nos lo diga Ji Yong —agregó, riendo.

—Si no dirás que te ha puesto una paliza, no me interesa saberlo —respondió el profesor, siendo suficiente para que Soo Hyun borrase la sonrisa jocosa de su rostro y bajase la mirada, algo avergonzado. De no ser porque el humor de Ji Yong estaba peor que nunca, seguro se hubiese mofado de él—. Bien, abran sus libros en la página 73, soneto 141. Y escuchen— conforme los alumnos comenzaban a acatar la orden, Tablo se preparó para recitar el poema.

«En verdad, yo no te amo con mis ojos,
pues con ellos veo muchos defectos,
pero mi corazón ama a su modo
y, sin importarle, te ama con ellos.»

Los estudiantes lo escucharon con asombro, y la habilidad que demostró para declamar, le sacó una sonrisa a Ji Yong.

—Ahora —regresó a su usual porte, caminando para llamar más su atención—. Sé que Shakespeare está muerto, pero era grande, como lo hemos visto —detuvo su andar en medio de los alumnos, señalando los libros que sostenían—. Quiero que escriban su propia versión de este soneto —al instante, las quejas y abucheos se hicieron presente, las ignoró profesionalmente, hasta que visualizó a un peculiar joven alzar el brazo: Kwon Ji Yong. Fue su turno de suspirar—. ¿Sí, señor tengo-una-opinión-para-todo?

—¿Usaremos el modo pentámetro?

Había esperado cualquier comentario de parte de Kwon, seguramente alguna protesta señalando que había otros poetas –mujeres u homosexuales–, mejores que un hombre heterosexual y blanco. Se acercó al lugar del joven, mirándolo con extrañeza.

10 Cosas que Odio de TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora