Capítulo 1

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Me pesa el cuerpo como el demonio, no sé qué carajos hice la noche anterior ni mucho menos donde me encuentro y para saberlo debo abrir los ojos, cosa que en este momento no deseo, pero tampoco me siento con ganas de seguir durmiendo así que obligo a mis perezosos parpados a abrirse para recibir un rayo de luz que me causa un dolor de cabeza inmediato, ¿Quién deja las cortinas abiertas? ¿A caso es un demente?, como sea, eso no es lo que importa en este momento, detallo el lugar en el que estoy y descubro que me encuentro en una habitación bastante amplia con paredes beige, una cama gigante, un pequeño sofá y un gran televisor; además de esto hay dos puertas, me imagino que una de ellas es el baño y la otra es para salir.

Esto es algo que me pasa muy seguido, despierto en cuartos ajenos de hombres de los que no sé ni el nombre, eso sí, siempre son bastante guapos porque mis estándares están elevados gracias a los libros que leo. Solo hago esto por placer, no busco relaciones y jamás me acuesto con alguien más de cuatro días seguidos, esa es una de mis reglas de vida, o como les dicen mis amigas "reglas de la súper perra".

Después de quedarme un rato pensando siento un movimiento al otro lado de la cama y efectivamente el chico con el que dormí anoche es un bombón, aunque para su desgracia no me acuerdo de nada de lo que hicimos debido a que casi me tomo todo el maldito bar; no soy de tomar alcohol en una manera tan exagerada, pero ¿Qué te puedo decir?... Estaba muy furiosa porque mi padre consiguió una nueva novia que con solo verla supe que era una caza fortunas, solo que no podía opinar puesto que es la vida del señor Roberts, a pesar de que tiene una novia distinta cada tres meses es el mejor padre del planeta, sobre todo después de que mi madre murió en ese desgraciado accidente de auto.

Nunca en mi vida me había sentido tan vacía hasta ese momento, creí que mi vida ya no tenía sentido y gracias a mi padre salí del hoyo en el que me estaba hundiendo, eso se lo voy a agradecer toda mi existencia. El accidente que mencioné sucedió hace cinco años y extraño a mi madre como a nadie en el mundo, no pude compartir momentos importantes de mi adolescencia con ella, aunque en las noches siempre miro al cielo y hablo con ella para que me aconseje y me brinde fuerzas para seguir adelante.

— Hola, preciosa — dice el chico a mi lado con una voz adormilada.

— Hola — le respondo.

Se ve que el hombre es un galán que folla con varias chicas a la semana y la verdad es que no lo juzgo porque yo hago algo parecido, tiene unos lindos ojos verdes y por lo que calculo es bastante alto.

— ¿Dormiste bien? — me pregunta mientras yo me levanto para irme lo más pronto posible debido a que le prometí a mi padre que desayunaría con él.

— Sí, a ver, seré sincera contigo — digo — no recuerdo absolutamente nada de lo que pasó y mucho menos sé tu nombre, aunque no me interesa — prosigo — así que muchas gracias por el sexo y si algún día nos volvemos a encontrar podremos repetir, ahora me voy, cuídate — finalizo justo cuando me estoy poniendo mis zapatos.

Al terminar salgo a toda velocidad porque en una hora debo estar en casa de mi padre y no me gusta para nada ser impuntual.

Zorra sí, pero impuntual jamás.

Hasta que despiertas, ya se me hacía raro que no dijeras nada.

Tomo un taxi para ir a mi apartamento el cual está a unas cuantas calles del Washington Square Park, es bastante grande para una solo persona, pero mi padre insistió en que su princesa merecía lo mejor; este fue mi regalo al cumplir dieciocho pues necesitaba un lugar cercano a la universidad y nuestra casa estaba muy alejada, como ya tenía mi propio espacio la decoré a mi gusto con un estilo clásico mezclado con nórdico, las paredes son blancas y el piso de madera clara, casi todo está en colores claros como el blanco, el beige y el gris.

Al llegar me choco con el maldito perchero.

— ¡Maldición! — grito con dolor en mi frente — juro que algún día botaré esta cosa, nunca dejo de golpearme con esto — finalizo dando un golpe al perchero con mi bolso.

Fíjate en lo que haces, no queremos que mueras tan pronto.

Pongo la cosa del demonio en su lugar y me voy rápido al baño de mi cuarto a tomar una ducha. Al salir me visto con lo primero que encuentro que es una sudadera blanca, unos jeans azules y mis amadas Vans blancas. Por último, recojo mi cabello en una cola, tomo mi bolso, las llaves de mi auto y mi celular para dirigirme a la casa de mi padre.

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Después de treinta minutos conduciendo con Imagine Dragons de fondo llego a la casa de mi padre, la cual está ubicada en el Upper East Side en Manhattan, decorada con tonos pastel, un estilo clásico como le gustaba a mamá y con un jardín precioso. Lo encuentro preparando mi desayuno favorito, Hotcakes con jugo de naranja, mientras él termina yo le ayudo a organizar un poco su oficina para que le sea más fácil trabajar.

Jack es un poco desordenado cuando tiene mucho trabajo, pero así lo amamos.

Y en eso estoy de acuerdo con mi zorra conciencia, pues cuando mi padre se encuentra con demasiado trabajo se estresa y mantiene su oficina como si fuera una jungla de papeles, pero para mí es fácil organizarla por él y lo hago con todo el amor del mundo, por Jack Roberts voy a Marte y vuelvo tres veces; él y mis dos mejores amigas son mi familia desde que murió mi madre, puesto que soy hija única.

Al terminar con la jungla de mi padre me siento con él en la isla de la cocina y empezamos a charlar sobre algunas cosas de la universidad y la empresa, pero como siempre llega la pregunta que menos me gusta.

— ¿Cuándo vendrás a cenar con Anna y conmigo? — cuestiona mi progenitor.

— Ya sabes que no me cae bien, se nota que solo quiere tu dinero y tú como todo un tonto le das todo lo que ella desee — contesto tajante.

— Está bien, pero por favor has un pequeño intento — dice — puede ser cuando tú quieras, mi princesa — termina.

— No prometo nada porque la próxima semana tengo el último examen final del semestre y debo estudiar para aprobarlo — sentencio.

Mi padre me ha llamado princesa desde que tengo memoria porque cuando era pequeña me encantaban los cuentos de princesas, mi favorito era La bella durmiente y siempre ha hecho lo posible por darme todo lo que quiero, eso sí, poniendo límites para que no sea una malcriada y se lo agradezco con toda mi alma ya que he conocido muchas niñas de papi que son un asqueroso dolor de cabeza.

Posterior a dialogar un rato más con mi padre y terminar nuestro desayuno, lavo los platos y nos sentamos en la sala de estar para ver La bella durmiente, esa película nunca me dejará de gustar a pesar de saberla de memoria.

Estás obsesionada con esa maldita película Chanel, acéptalo.

Tú siempre opinando donde no te llaman, si la quiero ver un millón de veces es mi maldito problema, eres demasiado entrometida.

Luego de pasar toda la mañana con Jack decido irme a descansar un rato en mi apartamento y practicar un poco para un examen de la próxima semana.

— Adiós, princesa — se despide papá — Cuídate, te quiero.

— Adiós, Milord — le digo antes de encender el auto e irme a mi hogar.

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*Esto es un borrador así que puede tener errores*

¿Qué les parece este capítulo?

Poco a poco vamos a ir conociendo a nuestra querida Chanel, a su padre, a sus amigas y demás personajes.

A partir de hoy actualizaré semanalmente, aunque si estoy inspirada y tengo tiempo lo más posible es que actualice más seguido.

Abrazos.

Con cariño.

Manu. 

Cálido Invierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora