Josh y Simone están frente a mí hablando como un par de enamorados, Gia está con Elle en la cocina haciendo una torta de arándanos y pues yo, tengo a Atina. Mi pequeña es la mejor compañía que puedo pedir, no me decepciona, me quiere y no da mucho qué hacer, es perfecta.
Eso dices porque sabes que estamos más solas que piojo en la cabeza de un calvo.
— ¿Dónde vas? — le pregunto a mi gatita cuando la veo bajar de mi regazo.
Ella me ignora y se va a su camita, ya entiendo.
Al quedarme sin mi valiosa compañía pienso en la posibilidad de irme al apartamento de Nick. Me levanto del sofá y voy hacia la puerta.
— Eso, lárgate, maldita ofrecida — escucho una voz a mis espaldas.
¿Cómo dices que dijiste?
Imploro paciencia para no darle un puño en sus malditas tetas de silicona y me giro para mirarla.
— ¿Disculpa? — pregunto.
— Que agradezco que te vayas de mi apartamento. pedazo de ofrecida — dice.
— Esta mujer no valora su vida — susurra Danielle a Gia.
— Retráctate — le hablo a la peli teñida esa.
— No.
— Retráctate — repito acentuando cada silaba.
— No lo pienso hacer — pone cara de indiferencia — tú estabas con mi novio, eres una ofrecida.
Maldita puta falsa esta.
— Lárgate a tu casa y llévate esa maldita bola de pelos contigo — señala a Atina — te doy cinco minutos.
Ey, ey... Con la niña no.
En ese momento veo llegar a Jacob quien mira la escena un poco preocupado. Aquí empieza mi pequeña venganza.
— Bien — espeto — Jacob... ¿Podrías traer mis cosas de tu habitación por favor?
Pongo mi famosa sonrisa de víbora y miro a doña silicona, ella está roja de la ira, no sabe disimular nada, pobrecita. Nicholas y Alex se suman a la fiesta entrando al apartamento.
— ¿Aún no se ha ido esta? — pregunta Alex.
— Justo la estoy corriendo, suegro — dice Anette.
— Hablaba de ti, perra convencida — la mira con cara de pocos amigos — no entiendo por qué sigues en mi edificio, lo infectas, eres una maldita peste.
Anette trata de esconder cuan ofendida se siente, pero no lo logra porque se le nota a leguas.
— ¡QUE TE LARGUES TE DIJE! — me grita de repente la chica.
— Dile a tu novio que me traiga mis cosas — miro mis uñas distraídamente.
— Te las traigo yo — sonríe y se va hacia el cuarto de su "novio".
— Me vuelve a insultar o gritar y no respondo — señalo a Jacob.
— Puedes hacer lo que quieras con ella — se sienta en la barra de la cocina como si nada.
Pasado un rato doña silicona regresa con mis cosas.
— Aquí tienes — trata de entregarme mi maleta, pero yo paso derecho por su lado y me siento en el sofá.
— ¿Sabes qué? — bostezo — ya no me quiero ir.
Enciendo la tele y pongo un programa de cocina. Todos los demás que estaban en el apartamento de Nick y se quedan callados observando la escena. Ella se queda callada y va al cuarto de nuevo.
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Cálido Invierno.
RomanceChanel Roberts es una chica de 20 años que jamás se ha sentido atraída por los temas románticos, aunque sí lee muchos libros de este género. Cierto día, caminando por Nueva York se encuentra con un guapo joven y por fin descubre los sentimientos que...