Siento unas pequeñas manos rodeando mi torso, me imagino que son de mi pequeño vecino y al abrir los ojos efectivamente es él plácidamente dormido, se me hace raro no ver a Jacob al otro lado de la cama ¿ese tipo nunca duerme?, en las dos ocasiones que hemos dormido en la misma habitación he despertado sola, cada vez se me hace más raro, dormir es la mejor cosa que existe en el mundo después de lo que ya sabemos.
Cierto, muy cierto. Dormir es como olvidarse de todos los problemas por un momento.
Excepto cuando hay pesadillas, cosa que me pasa bastante seguido en cierta época del año desde que sucedió aquel trágico accidente.
Aclaro mi mente para no pensar en esas cosas y me levanto de la cama tratando de no mover mucho al pequeño, pero fallo y de inmediato abre sus ojitos.
- Buenos días, compañera - me saluda.
- Buenos días, compañero - le regreso el saludo - ¿Dormiste bien?
- Se puede decir que sí, aunque Jacob trató de cambiar el puesto conmigo.
- Ese tipo es demasiado raro - digo - vamos, cepilla tus dientes para que desayunemos.
Los dos nos cepillamos los dientes y yo lavo mi rostro para luego salir de la habitación. Al llegar a la sala veo a todos mis invitados sentados en la sala desayunando Pancakes, lo cual me causa un hambre repentina porque amo esas cosas.
- Buenos días - saludamos Matthew y yo al mismo tiempo.
- Buenas tardes - nos corrige Jacob - ustedes dos son iguales, duermen hasta tarde y no los despierta el demonio.
Los dos ignoramos al imbécil y Matthew se sienta en la barra mientras yo le sirvo su desayuno para luego sentarme a su lado y comer plácidamente los pancakes.
- Dios - digo relamiendo mis labios - ¿Quién hizo está delicia?
Saben igual que los de mamá, hace mucho no probábamos unos así.
- Mi hermano - me informa Gia.
- Al parecer si sabes hacer algo bien - digo con burla hacia Jacob.
- Tomaré eso como un halago - responde él.
Justo cuando estoy terminando mi desayuno escucho unos golpes un tanto desesperados en la puerta.
- Yo abro, tú termina de comer - me dice Matthew.
- Gracias.
El niño corre a abrir la puerta y desde mi puesto veo a mi padre frustrado.
- Hola, Matthew.
- Hola, Jack - responde el niño - ¿Cómo estás?
- No muy bien porque una señorita no responde el teléfono desde el viernes y le he hecho más de cien llamadas - informa mi padre - ¡Más de cien!
De inmediato tomo mi celular de la barra y veo que efectivamente tengo ciento cuarenta llamadas de mi progenitor.
Oh, oh... Estamos jodidas.
- Hola, papito - digo con una sonrisa - ¿Cómo te fue el fin de semana?
- Me explicas la razón por la que no contestas mis llamadas, ahora mismo.
- Lo siento - me disculpo en un puchero - lo que pasa es que como sabes el viernes estuve en una fiesta y en esta un imbécil chocó conmigo y me lastimó - señalo mi frente - así que fuimos a su apartamento, su amigo me curó y me aplicó una inyección que me dejó viendo unicornios por lo que me tuve que quedar, las chicas también estuvieron y en la mañana del sábado olvidé mi teléfono allí - sigo hablando un poco rápido - apenas lo recuperé ayer en la noche, fuimos a casa, pero tú no estabas así que no es mi culpa totalmente, como sea, olvidé revisarlo ayer en la noche porque hicimos maratón de películas.
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Cálido Invierno.
RomanceChanel Roberts es una chica de 20 años que jamás se ha sentido atraída por los temas románticos, aunque sí lee muchos libros de este género. Cierto día, caminando por Nueva York se encuentra con un guapo joven y por fin descubre los sentimientos que...