Abro mis ojos y me siento perdida, estoy en una habitación un poco más grande que la mía decorada en estilo industrial moderno, tiene paredes blancas con algunas fotos que no me detengo a detallar, un escritorio de madera clara en el que hay dos portátiles, carpetas y papeles; también hay un pequeño sillón en una esquina y lo que capta mi atención de manera inmediata es la estantería de libros al lado de este, es gigante y hermosa. Me levanto de la cama que es de madera con un colchón mullido y puedo jurar que en esa cosa caben perfectamente cuatro personas, hace mucho tiempo que no dormía tan bien, parece que hubiera dormido en el cielo.
Aún tengo mi vestido y mis bragas, lo que quiere decir que la noche anterior no tuve sexo, que desperdicio. Miro algunos libros de la estantería y luego me voy a la puerta que creo es el baño, al entrar lavo mi rostro con un jabón que encuentro allí y tomo un poco de enjuague bucal. De un momento a otro recuerdo donde estoy y todo lo que pasó anoche, los tragos, la caída, el imbécil, Josh, Gia y esa inyección que me dejó casi en las nubes.
Estamos en el apartamento del chico sexy, que afortunadas.
Afortunado mi trasero, este hombre me saca de quicio y tuve que dormir en su maldita cama. Como si supiera que estaba pensando en él, aparece por el marco de la puerta con un plato de cereales en la mano.
Nos trajo el desayuno, que lindo.
Sí, sí, como sea.
— Buenas tardes, rubia dormilona — saluda.
— Hola — le devuelvo el saludo — espera, ¿dijiste tardes?
— Sí, eso mismo — responde — ¿Por qué?
— Maldición — digo yendo por mi cartera a uno de los dos nocheros — tengo un compromiso con un amigo.
Veo que faltan dos horas para las cuatro así que tomo el plato de cereales de sus manos y le agradezco mientras lo como a toda velocidad. Cuando termino me pongo mis tacones y salgo del cuarto encontrándome a mis dos amigas y las otras dos personas que viven con él.
— Hola — los saludo.
— Hola — me responden todos al unísono.
— Chicas, solo puedo llevar a una de ustedes en mi auto y me tengo que ir ya mismo porque quedé con Matthew hoy — les informo — ¿Quién va?
— A mí me llevará Josh y Elle se irá con Gia — dice Simone — así que no te preocupes.
— Muy bien, entonces me voy.
Pero justo cuando voy a dar la vuelta siento un líquido caer en mi cabello y ropa. No puede ser, otra vez no, lo voy a matar.
Señales del destino, Chanel...
— ¿Es en serio? — digo mirándolo a la cara — ¡Aprende a caminar ya, por favor!
— Tú eres la que no sabe caminar, rubia ciega — se defiende — no me culpes por todo lo que te pasa.
— Si fue tú culpa — contrataco — ¿Ahora cómo me voy a ir?
— Te puedes duchar y yo te presto algo de ropa — propone Jacob.
— Bien — acepto — pero que sea rápido porque no quiero quedarle mal a Matthew.
— Seguro que a tu novio no le importa que te tardes un poco — dice molesto no sé por qué motivo.
— Como sea, muévete.
No le diré que "mi novio" tiene tan solo ocho años, no le debo ninguna explicación. Me voy al baño de su cuarto y tomo una ducha completa con un shampoo que parece traído del cielo, tiene un olor masculino delicioso y deja el cabello extremadamente suave, como veo un cepillo nuevo decido tomarlo y cepillar mis dientes, él fue quien me ofreció su baño así que le toca aguantarme.
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Cálido Invierno.
RomanceChanel Roberts es una chica de 20 años que jamás se ha sentido atraída por los temas románticos, aunque sí lee muchos libros de este género. Cierto día, caminando por Nueva York se encuentra con un guapo joven y por fin descubre los sentimientos que...