Capítulo 4

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Llego a mi apartamento con la ropa hecha nada por culpa de ese asqueroso jugo, hay que ser muy sano y tener mucha resistencia para tomar esa cosa; huelo a apio y espinaca, siento que en cualquier momento vomitaré. Me voy corriendo al baño, quito mi ropa y entro en la ducha, solo espero que ese jugo no haya dañado mi camiseta porque es una de mis favoritas y juro que soy capaz de buscar a ese tipo para cortarlo en pedazos.

¿Y si mejor...?

Tú solo quieres sexo y más sexo, no es el momento y mucho menos con ese hombre.

Luego de una larga ducha completa salgo envuelta en mi toalla y tomo mi teléfono para escribirle a las chicas.

PERRAS POR SIEMPRE ; 3

Chanel:

Hola, perras.

¿Sí irán a la fiesta de la facultad de medicina?

Por cierto... ¿En qué residencia lo harán?

Danielle:

Yo sí voy esta vez, necesito beber hasta morir.

Simone:

¿Problemas en el paraíso Elle?

La fiesta es en Greenberg Hall, por la primera avenida justo en frente de la facultad de medicina.

Chanel:

Gracias, perra... Allá nos vemos.

Elle, querida... ¿Pasó algo con Lucca?

Danielle:

El muy desgraciado me engañó con mi prima.

Simone:

Si tú quieres lo podemos secuestrar y torturar.

Chanel:

Apoyo a Simone.

Danielle, no te tortures con un estúpido que no vale la pena.

Solo tenían sexo una vez a la semana, no estabas disfrutando nada.

Así que nos vemos en esa fiesta para que te folles el futuro doctor más lindo que encuentres.

Simone:

¡Eso! ¡Vamos a portarnos como las perras empoderadas que somos!

Danielle:

Por fin seré tan perra como ustedes.

Ya no más relaciones, seré una versión un poco menos perra que Chanel.

Chanel:

Así se habla, nos vemos a las ocho.

Cierro el chat y me empiezo a organizar porque ya son las seis, el problema es que no sé qué me voy a poner.

¡Tiene que ser algo que deslumbre!

Muy cierto, mi zorra conciencia. Me pongo manos a la obra y busco en mi armario todos los vestidos de fiesta que tengo, que son unos veinte ya que salgo de fiesta literalmente todos los fines de semana. Luego de probarme quince, encuentro el indicado, un precioso vestido negro brillante de tirantes con escote en V que me llega hasta la mitad de los muslos y espalda destapada; afuera debe estar haciendo un frío terrible, pero eso no importa desde que el outfit se vea bien, así que tomo mis tacones negros de diez centímetros y me los pongo mientras contesto una llamada de mi padre.

— Hola, papá — digo de manera inmediata.

Hola, princesa — responde mi saludo — ¿Cómo estás? ¿Cómo te fue en el examen?

Cálido Invierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora