Libélulas [Larry]

17 (borrador)

El tercer mes Louis ya no usaba chaquetas.

Harry no conocía la razón, pero un día lo vio entrando a la tienda de tatuajes con solo sus pantalones ajustados y una camiseta negra con el logo de "The 1975". Le gustaba, si, pues aquella prenda le daba una vista privilegiada de la parte de sus brazos, pero aquella venda alrededor de su muñeca no le permitía admirarlo completamente.

Seguía hablando, seguía insistiendo, seguía ofreciéndole ayuda, y El ignoraba sus palabras como si fueran débiles soplos del viento.

—¡Lou! —Saludó al verlo.

—Veo que estás solo —Dijo con una sonrisa antes de besar sus labios delicadamente, casi como si temiera romperlo.

Dope Tattoos no estaba recibiendo demasiada clientela ese día, así que Harry había pasado su día buscando frases para conquistar en internet. El no tenía el talento de Louis para derretir corazones con un parpadeo.

—No ahora. Jamás podría sentirme solo si estoy contigo, Lou.

Esperaba que funcionara, pero el pintor solo se rio de el mientras le estrujaba las mejillas.

—¿De qué libro has sacado eso, Hazz? —Se burló el mayor, aunque una pequeña parte de el había amado sus palabras— Estoy seguro de que es la cita de algún libro popular. Howe jamás habría dicho algo así

—Acepta que te encantó.

—No.
—Lou —Insistió con un puchero.

—Solo un poco, pero creo que el hecho de que seas mi novio tiene que ver con eso.

—Me conformaré con esa respuesta.

Y Louis le tomó la mano con ternura, pero el tatuador no pudo evitar notar la venda en su muñeca. Siempre la notaba, le incomodaba, pero el pintor no le permitía hacer nada.

—¿Dónde está tu chaqueta, Lou?

—En mi armario —Respondió con normalidad. No le importaban sus propias heridas—. El mundo sufre, Hazz, y es por quienes lo hieren que tengo esta venda. Tanta gente que odio, tantas cosas que no puedo evitar... Quiero que las vean. Quiero que las personas que odio las vean, y tal vez así puedan entender el daño que hacen todos los días.

Intentó contener las lágrimas. Le dolía escucharlo.

—Por favor, Louis. Déjame ayudarte. Existen otras alternativas, otras salidas, otras formas de expresar tu odio por esas personas —Suplicó mientras le besaba los nudillos y lo miraba a los ojos. Quería que Louis notara lo mucho que eso le dolía, pero el estaba cegado—... Por favor.

—El mundo está sufriendo, Hazz. Si quieres ayudarme a mi entonces ayuda al mundo primero.

No quería sonar egoísta con sus siguientes frases, pero no pudo evitarlo. El solo quería, con desesperación, que Louis dejara de hacerse daño.

—Salvándote a ti salvaré al mundo.

—¿Por qué lo dices? —Preguntó el pintor con curiosidad.

—Porque tú eres mi mundo.
Louis suspiró dolorosamente al escucharlo. Lo miró con ojos cristalizados, y esta simple acción dolía.

—Lamento decírtelo, pero tu mundo se cae a pedazos.

***

Simon le permitió marcharse temprano ese día. No había sido la mejor jornada.
Louis y el fueron a comer al restaurante de siempre, y ocuparon una de las muchas mesas de los alrededores. Ya no importaba para el pintor la mesa central.