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Harry pensó que no volvería a ver a Louis Tomlinson luego de aquella noche en su departamento.

Creía que el haberlo echado de una forma tan cruel simbolizaba también echarlo de su vida.

El triste pintor no lo quería cerca, eso estaba claro.

Y, aunque dolía, Harry había comenzado a aceptar el hecho de que sus vidas iban en dos direcciones completamente opuestas.

Por supuesto, cruel como siempre, la vida planeaba un nuevo encuentro entre ambas almas rotas.

Fue mientras Harry diseñaba un nuevo tatuaje para una adinerada clienta que la campana de entrada sonó.

No se volteó a mirar. Había perdido la costumbre, pues ya no tenía a nadie a quien esperar.

Se sorprendió cuando, segundos después, escuchó pasos acercándose lentamente. Fue extraño, pues no había escuchado siquiera la voz de la persona que había entrado.

Cuando se giró, su corazón comenzó a latir con rapidez.

Sus ojos, sin esperarlo ni desearlo, se habían encontrado con los de Louis Tomlinson .

—Vas a tatuarlo? —Murmuró su rubio compañero con melancolía.

Él también notaba el cambio de Louis. Él también veía su piel enfermiza, la oscura ropa holgada que tiempo antes le había quedado fenomenal. Él también notaba su mirada baja.

—Yo... —Tartamudeó el pobre. Aquello le resultaba incomodo— Creo que te dejaré trabajar, Harry.

El joven se fue rápidamente y, aunque Louis estaba allí, Harry comenzaba a sentirse muy solo.

—Sé que prometí que no volverías a verme, Harry —Susurró el pintor mientras daba pequeños pasos en dirección a la pared con los dibujos y la frase de Harper Lee—, pero necesito un nuevo tatuaje... Y tú los has hecho todos, y yo no confío en nadie más.

Y, aunque aquel no era el momento que muchos habrían considerado indicado, Louis dejó escapar un par de lágrimas.

—¿Por qué lloras, Louis? —

El suspiró.
—El dragón y el unicornio siguen allí —Sollozó mientras miraba el dibujo que había hecho poco antes de dejarlo. A Harry se le encogió el corazón al recordarlo—... Y se aman, Harry. Son felices.

—Y seguirán allí, amándose con felicidad, hasta que tú pierdas todas las esperanzas que aun tienes. Hasta que pierdas todas tus oportunidades.

Harry no pudo saberlo, pero esta simple frase fue el detonante de todo el desastre que siguió.
—Entonces es una lástima que pronto tengan que irse.

***

Harry le pidió a Louis que se quitara la chaqueta y la camiseta para que el trabajo de tatuarlo se le hiciera más fácil.

El pintor obedeció sin decir nada.

No le dirigió comentarios seductores ni se halagó a sí mismo. No hizo nada que le permitiera creer a Harry que el viejo Louis seguía allí, oculto en algún rincón de la tristeza.

El tatuador se cubrió la boca e intentó no llorar cuando lo vio.

Podía notar los bordes de sus costillas claramente, y su piel era incluso de un tono más enfermizo en el área que el sol no golpeaba con frecuencia. Sus clavículas estaban demasiado ahuecadas... Y ambos brazos, desde la muñeca hasta los hombros, tenían cortes de todo tipo de tamaño y profundidad.

—¿Realmente no existen posibilidades de que dejes de hacerte esto, Louis?

El pintor no respondió.

Libélulas [Larry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora