Libélulas [Larry]

21

El séptimo mes ellos hicieron el amor por primera vez.

Nada les advirtió lo que sucedería. Ni el canto de los pájaros, ni desconocidos regalando rosas. Ningún cliente demasiado extraño se hizo presente a Dope Tattoos, y mientras caminaban hacia el restaurante de sushi ningún musical idiota comenzó.

No se sentaron en la mesa del centro, y tampoco en esa que ocupaban cuando Liam los acompañaba. En realidad, la mesa que habían escogido se encontraba entre esas del montón que no te hacen ser el centro de atención, pero tampoco permite que te ignoren por completo.

Louis estaba usando una camisa azul y holgados pantalones grises. A sus pies los cubrían un par de tenis deportivos. No había beanie, ni gafas de sol, ni una chaqueta. El color negro se había marchado. Tampoco había un aire de superioridad en su rostro.

Aun así, Harry aun veía al unicornio que se escondía tras sus ojos.

—¿Sabes en que mes estamos? —Preguntó el pintor mientras alzaba las cejas y sonreía levemente al apoyar la barbilla en sus manos.

Harry suspiró al ver las vendas en sus muñecas, las cuales ya estaba acostumbrado a encontrar todos los días. Se preguntaba muy seguido cuándo desaparecerían, cuándo Louis finalmente aceptaría recibir ayuda.

Esperaba también que ese día llegara pronto.

—¿Febrero? —Había confusión en su voz.

—¡Exacto! —Confirmó con alegría— ¿Sabes lo que eso significa?

—¿Que es... febrero?

Louis rio ante esto y negó con su cabeza lentamente.

—La primera vez que nos vimos era febrero, Hazz —Le recordó, y Harry casi se golpeó la frente ante algo tan obvio. Era difícil para el ser tan detallista—. Yo me veía increíblemente sexy ese día, y tú también.

El tatuador tenía imágenes de ese día, pero ninguna era completamente nítida en su mente.

Es extraño, pero a veces olvidamos las cosas que realmente importan.

—Sigo sin entender por qué no escogiste los tatuajes de Robin y Jill —Murmuró mientras le regalaba una sonrisa que solo aparecía cuando estaban juntos.

—Ya te lo dije hace algún tiempo, amor: Tus tatuajes eran los únicos que tenían lo que yo estaba buscando.

—Creo que también te he preguntado qué estabas buscando.

Louis elevó una de las comisuras de sus labios y lo miró antes de acariciar su mejilla con su mano, la cual Harry sujetó para dejar un beso en la suave piel de sus nudillos.

—Buscaba amor —Confesó—. No quería el mejor tatuaje del mundo, y tampoco a un tatuador de demonios. Necesitaba a alguien cuyas obras transmitieran tanto amor como el que yo sentía hacia mi abuela... Y sé de amor y de arte, Hazz. Sé cómo se conectan en los trazos, pues también puedes encontrar amor en lo que yo hago. Yo necesitaba una obra lo suficientemente bonita, delicada, cariñosa y pura como para decorar mi piel.

Cuando lo miró a los ojos, la típica calidez del cariño lo cobijó.

—Tal vez necesitaba un tatuador puro también.

Harry habría respondido esto con una bonita frase, pero el oportuno mesero de siempre llegó con su pedido.

El Louis con quien había tenido su primera cita le habría ordenado marcharse. Ese Louis simplemente le agradeció con una falsa sonrisa.

—Te amo —Susurró Harry mientras veía a el pintor llevarse un rollo de sushi a la boca.

El pintor lo miró con sus ojos verdes y sonrió dulcemente ante esto, así como un niño al que acaban de decirle que no tiene que ir a la escuela al día siguiente.