CAPITULO 3

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Virag saboreaba la dulce boca de Catalina, sin siquiera sospechar el desenlace de su aventurada velada.

—Prometo ser cuidadoso contigo, —Decía Virag entre suspiros y besos. –quiero que goces esto... que lo goces tanto como yo...

Catalina no respondía nada, su boca estaba muda, pero a cambio de esto correspondía gustosa a cada beso y caricia que su amante le proporcionaba.

El ansia de Virag era cada vez mayor y sus besos cada vez más y más profundos, sus manos se movían desesperadas sobre el vestido de Catalina, esas manos que ya estaban hambrientas y temblorosas por tocar la tersa piel que se escondía debajo de toda esta tela que ya empezaba a estorbar.

Virag miro con atención el rostro y el andar sugestivo de Catalina cuando esta alejo unos pasos de él, Catalina tenía una sonrisa pecadora en el rostro y conservándola, desato la parte superior de su vestido, lo dejo caer al piso, dirigió sus manos hacia la parte trasera donde estaba el nudo que ataba la parte inferior de este, al desatarlo, la pesada tela de la falda cayó al piso también, la pequeña joven libero sus pies de la prenda que se había quitado y dio unos pasos más para abrazarse el pilar más cercano de su cama, donde con un ligero movimiento de su cabeza llamo a Virag hacia donde ella estaba, Virag sin dudar obedeció.

La luz azul de las estrellas hacia que resplandeciera aun más la blanca piel de Catalina y esto hiso pensar a Virag que esa noche seria más espectacular que cualquiera que hubiera pasado con Lucrecia, el sabia que el apetito de Lucrecia Iustus era algo fuera de este mundo, pero Catalina era una versión joven, fresca y mejorada de su madre.

Cuando Virag llego hasta donde Catalina lo esperaba y vio de cerca sus apetitosos hombros los comenzó a besar, rodeo con uno de sus brazos la cintura de la joven, mientras subía por su cuello y lo recorría despacio con su lengua, la inexperta chica comenzó a emitir unos leves gemidos, gemidos que alimentaban los deseos de Virag, que con su mano libre empezó a desatar con basta agilidad los múltiples nudos del corset, aquella blanca pieza que había requerido la ayuda de dos sirvientas para colocarlo, ahora Virag lo había retirado en cuestión de segundos. Ya estando Catalina totalmente desnuda y aun abrazada al poste de su cama, Virag con su lengua descendió por la sensual espalda de la chica, se agacho para tener frente a él sus delicadas caderas, las cuales toco y saboreo a su antojo, se puso de pie de nuevo y tomándola en brazos la coloco sobre la cama, esta jamás quito la vista de él y vio con atención como Virag se despojaba de cada una de sus prendas, Virag pensó que la joven al estar desnuda frente a su primer hombre se portaría pudorosa, pero eso jamás ocurrió y cuando Catalina vio el torso de su compañero totalmente desnudo, blanco como el alabastro y agitado por la intensidad del momento, se puso de rodillas sobre la cama y extendió una mano hacia él, el correspondió con la suya y Catalina lo atrajo hacia él, lo beso mientras recordaba cual era su misión esa noche, Catalina tomo una de las manos de Virag y la puso sobre su vientre, despacio la deslizo hacia su intimidad, sugiriéndole que la tocara y haciéndole saber que estaba lista.

—Virag... hazme tuya, hazme tu mujer...

Virag sintió la humedad de Catalina, ardiente y abundante como la lava, este sintió una presión en el pecho que le provoco cierto dolor físico, sintió los fuertes latidos de su corazón en la garganta y su ansiosa y erecta virilidad reclamaban el cuerpo de Catalina.

Catalina despacio se volvió a recostar en la cama, Virag se deleitaba viendo el cuerpo de esa chica que estaba entregándose a él de la manera más sensual posible y que él estaba más que ansioso se poseer, termino de quitarse la ropa que le quedaba y Catalina que jamás había visto a un hombre desnudo en su vida, sintió que la piel le ardía, casi como si irradiara vapor por los poros, sentía cual brazas las miradas de Virag que se paseaban por todo su cuerpo y cuando estas se posaron en sus pechos castos sintió una explosión de placer sin que fuera tocada aun, todo esto le era inexplicable, pero en ese momento no necesitaba saber razones, solo quería hacer lo que esta pasión insólita le ordenaba.

Pasión y VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora