Después de un par de días, Héctor pasó a recoger a Lucia y a su acompañante para ir a visitar a Virag. Cuando estaban fuera del edificio de la prisión, Héctor le dijo a Lucia.
—Lucia, querida, espera aquí, tratare de conseguir un sitio menos... desagradable para que veas a nuestro amigo. ¿Te parece?
—Sí, está bien, no tardes.
Lucia espero por casi media hora fuera de la prisión, cuidada por su acompañante y el cochero de Héctor. Al volver Héctor, le aviso que todo estaba listo, la tomo del brazo y entraron al edificio. Héctor había conseguido por unas cuantas monedas, que le facilitaran un pequeño cuarto que los guardias de la prisión utilizaban para comer.
Ahí Lucia tomo asiento frente a una mesa mientras Héctor se posiciono detrás de ella a su lado derecho, pocos minutos después un guardia entro acompañado de Virag, el cual estaba esposado, sucio y andrajoso. La imagen de Virag impacto a Lucia y esta quiso levantarse e ir a su encuentro, pero Héctor puso su mano sobre su hombro para detenerla.
—¡Lucia! ¿Qué haces aquí?
—Necesitaba verte...
Virag vio a Héctor y este endureció su expresión, ambos recordaron su último encuentro, aquel donde Héctor le había negado cualquier ayuda y donde le había mostrado sus verdaderos colores, su verdadera cara. Héctor se acerco a Virag cubriéndose la nariz con un pañuelo y le dijo en voz baja.
—Si le dices algo de lo que platicamos la última vez, me asegurare que tu estadía aquí sea peor de lo que ya es. ¿Comprendes?
—Comprendo, desde nuestro último encuentro te comprendo mejor que nunca.
—Querida. –Dijo Héctor, ahora dirigiéndose a Lucia. –¿Te gustaría que te dejáramos un momento a solas con nuestro amigo?
—Si, por favor.
Héctor y el guardia abandonaron el cuarto, solo se quedaron Lucia, su acompañante y Virag.
—Lucia, no deberías de estar aquí. –Dijo Virag sentándose frente a Lucia, que al parecer no le afectaba el hedor que Virag expedía. –Este no es lugar para una dama.
—Virag, Héctor... el me ha propuesto matrimonio.
—Eso es magnífico, con el tendrás una buena vida.
—Pero yo amo a otro hombre, yo... yo te amo a ti.
—Lucia, hermosa Lucia, tan dulce, tan inocente, tan virtuosa. No inviertas mas tus sentimientos en mí, yo jamás saldré de aquí, en cambio Héctor te ama, el daría su vida por ti, el sacrificaría lo que sea o a quien sea por ti, créeme.
—Yo lo sé, el es un gran hombre y con un gran futuro, pero no lo amo, no de esa manera. Virag si tú me dices que te espere, —Dijo sin poder contener ya las lagrimas. –yo... yo te juro que te esperaría por siempre, te lo juro.
—No Lucia, eso no sería justo para ninguno de los dos. Tú eres una hermosa mujer que merece ser feliz a lado de un buen hombre que la proteja. Sal de aquí, olvídame y cásate con Héctor, ten muchos hijos y se feliz. Hazlo por mí. ¿Sí?
—Virag, yo...
—¡Hazlo! Vive tu vida, por favor.
—Te juro que nunca te olvidare. Siempre estarás en mi corazón.
Lucia se ahogaba en sus propias lágrimas, apenas podía respirar y lo mejor que pudo hacer fue salir corriendo de aquel cuarto. Héctor la esperaba del otro lado de la puerta, la abrazo, salieron del edificio y entraron al coche y el cochero de inmediato hiso que los caballos avanzaran. Lucia no podía dejar de llorar, apenas respiraba, Héctor vio que pasaban por un parque y le pidió al cochero que se detuviera, salieron del mismo y se sentaron en una banca a la sombra de una enorme árbol. Lucia escondía su cara en el pecho de Héctor, sin importarles mucho lo que la gente murmuraba.
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Pasión y Venganza
Historical FictionEl mas próspero puerto de Portugal vio nacer a una joven, Catalina Iustus, cuya maldad y ambición solo era equiparable con su orgullo y belleza. Catalina desató un infierno, para todo el que la rodeaba. Llena de rencor, odio y deseos torcidos de ven...