—Perdóneme mi Señora, pero creo que no la comprendo.
Dijo el Juez Botelho, después de escuchar la petición que Catalina le hacía.
—Así es, quiero liberar a Virag Petrescu.
—¿Su padre sabe algo acerca de esta petición?
—No.
—Bueno mi señora, yo solo soy un administrador de leyes, así que debo asegurarme de que todos nos guiemos por estas. Su padre fue el que hizo la demanda por las faltas contra usted, así que él es el que debe de apoyar su petición.
—Comprendo... ¿Y si quisiera comprarlo como esclavo? Ahora soy una mujer casada, nada me prohíbe comprar sirvientes, además puedo pagar la cantidad que me pida el ayuntamiento.
—Eso sí puedo permitirlo, solo que... si me permite una pequeña intromisión, porque ahora desea sacar de su prisión a su propio perpetrador.
—Mi padre quería a Virag en la horca, yo no lo permití, lo que hizo el fue una gran ofensa, pero todos merecemos el perdón y una segunda oportunidad, el padre de Virag está muerto y ahora la viuda de Petrescu y Mica están solas y desamparadas, lo necesitan. Si ahora deseo liberarlo es porque creo que ya pago su deuda conmigo y con la sociedad y porque creo que es mi deber cristiano el perdonar al que me ofendió.
—Me sorprende señora Ribeiro... me deja sin palabras, es usted la mujer más noble que conozco. –El Juez se puso en pie y se dirigió hacia donde estaba sentada Catalina y tomo la mano de la joven entre las suyas. –Mi señora, en un honor conocer a una persona como usted, ahora mismo iniciare la venta del prisionero Petrescu, solo pague la cantidad que corresponda en la tesorería y el prisionero será suyo, podrá llevarlo con usted a su residencia y allá usted podrá liberarlo con una carta personal, que el deberá portan en todo momento.
—Muchas gracias Juez Botelho, ha sido todo un placer hablar con usted.
Catalina sabía muy bien lo que hacía, aprovecho la ausencia de su padre y de su esposo para hacer su transacción, ella tenía muy bien planeado lo que quería hacer.
Catalina subió a su carruaje y detrás de ella iba otro perteneciente a la prisión, hasta ese momento Virag no sabía a dónde lo llevaban ya que dicho transporte no constaba de ventanas, solo le habían dicho que lo habían comprado como esclavo. Ambos carruajes llegaron a la casa Iustus, pero el que transportaba a Vigar aun no había sido abierto, Virag solo podía escuchar varias voces, entre ellas la de una mujer dando indicaciones.
Cuando bajaron a Virag del carruaje, aun estaba esposado de pies y manos y así fue entregado al jefe de los esclavos y así permanecería mientras fuera propiedad de la casa Iustus, al igual que los demás esclavos. Los esclavos, permanecían siempre esposados, si se hacían de confianza, se les retiraban las de las manos, pero no las de los pies para que no pudieran escapar, sobre todo los que eran comprados de prisión como Virag, ya que eran delincuentes y por lo tanto más baratos que los otros traídos de otros países, esa era la diferencia entre ellos y la servidumbre de la casa. Para cuando Virag se dio cuenta de donde se encontraba, una casa que obviamente conocía muy bien, solo alcanzo a ver la figura de Catalina de espaldas, alejándose, entrando a la comodidad de su casa.
Varios días después y mientras Catalina practicaba su tejido en la terraza, su madre se acerco a ella.
—Catalina, ¿Qué demonios crees que pasara cuando tu padre se entere que compraste como esclavo a Viarg?
—Eso es algo que no te importa madre.
—Si me importa ya que ni tu padre ni tu esposo están en casa, así que me debes respuestas a mí.
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Pasión y Venganza
Historical FictionEl mas próspero puerto de Portugal vio nacer a una joven, Catalina Iustus, cuya maldad y ambición solo era equiparable con su orgullo y belleza. Catalina desató un infierno, para todo el que la rodeaba. Llena de rencor, odio y deseos torcidos de ven...