2. Casualidad.

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Les recomiendo que escuchen la canción mientras leen🍃

Joaquín.

En cuanto las puertas del ascensor se abren, corro hacia a la salida, y por fin salgo del gran edificio Darleen. El aire húmedo de la Cuidad de México me golpea ligeramente en el rostro y agradezco la lluvia que me refresca. Cierro los ojos y suelto el aire que he estado reteniendo todo este tiempo. Ningún hombre me había impresionado tanto como Emilio Darleen. Y no entiendo por qué.

Quizás porque es demasiado atractivo, es inmensamente rico y poderoso, me grita mi subconsciente. Intento recuperar la poca serenidad que me queda. Suspiro profundamente. No entiendo porque reacciono de esta forma. Hago un esfuerzo por tranquilizarme y ordenar mis pensamientos. Los latidos de mi corazón se estabilizan y vuelvo a respirar con normalidad. Me dirijo al auto.

Recorro las interminables avenidas y dejo atrás la cuidad entrando a la carretera. Mientras manejo trato de repasar todo lo que ha sucedido el día de hoy. Todo iba bien, la grabación del comercial fue excelente y me sorprendió mucho que no se me hayan olvidado mis diálogos. Además conocí un poquito del funcionamiento detrás de una cámara. Es increible toda la gente que esta detrás de una filmación y por lo general no se les da el reconocimiento que merecen. Toda la atención siempre va hacía los actores o modelos. Y me parece algo injusto, cuando es un trabajo en equipo. Soy consciente que no todos son así, pero no puedo evitar sentirme mal por esa razón. Afortunadamente no fue el caso. Realmente todos fueron muy agradables y quizás si se llega a dar otra oportunidad aceptaría encantando. Sin embargo lo que sucedió al último si me tiene muy desconcertado. Empiezo a sentirme como un idiota y avergonzado. De acuerdo Emilio es muy guapo, rico, seguro de si mismo, interesante y dominante, pero también es arrogante, dictador y frío. Mi mente sigue divagando. Me deja en verdad perplejo que me haya citado en su oficina. Y aún no logró encontrar una respuesta lógica para eso. ¿Solo quería vanagloriarse por ser un adonis millonario dueño de una gran empresa? ¿O le intereso? Basta. Estoy pensando algo que solo existe en mi cabeza.

Entonces recuerdo; le pregunté si era gay...no puedo creer que le haya preguntando algo así. Que estúpido e imprudente. ¡Trágame tierra! A partir de ahora cada que recuerde esa pregunta moriré de vergüenza.

Estoy manejando muy lento, y sé que es porque tengo en mente unos brillantes y penetrantes ojos cafés, y una voz fría y autoritaria que me dice que conduzca con cuidado. Aunque Darleen es bastante joven, no parece de su edad; su forma de hablar, su postura y también por su sabiduría. Al final ha sido una experiencia interesante pero no debería seguir pensando en ello, y mucho menos en él.

Piso el acelerador y manejo como siempre lo he hecho. Vivimos en una pequeña colonia cercas de la Universidad de Cuernavaca. Los papás de Gala le compraron un pequeño departamento, y entre los dos nos encargamos de pagar los servicios.

Conozco a Gala desde la secundaria, y a partir de ahí nos hicimos inseparables. Somos muy buenos amigos. —Aunque claro, sus padres siempre han pensado que somos novios—, pero la realidad es otra. No voy a mentir, cuando la conocí me llegó a gustar y a ella le pasaba lo mismo. En una ocasión, bajo los efectos del alcohol nos besamos en la fiesta de graduación. Estábamos borrachos, sin embargo nos fue más que eso. Entendímos que era mejor así y no valía la pena arriesgar nuestra bonita amistad. Desde entonces no tocamos el tema, solo fue un amor platónico de niños.

Estaciono el auto y camino hasta la entrada con la esperanza de que Gala este dormida. Sé que en cuanto ponga un pie dentro empezará a bombardearme con toda clase de preguntas. Suspiro. Aunque creo que es lo justo, ella me ayudo, lo menos que puedo hacer es contarle como me fue. Abro la puerta y entro en silencio.

No hables, gemir es mejor. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora