9. Segundo round.

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Les recomiendo que escuchen la canción mientras leen⚘

Emilio.

Siento mi abdomen caliente y húmedo. Sus fluidos se deslizan lentamente por mi cuerpo. Joaquín se estremece cuando me aparto de su cuerpo, pero por lo demás se ve bien.

Quiero más. Necesito más. Necesito más de Joaquín. Lo veo acomodarse mejor en la cama, y sus ojos comienzan a cerrarse.

Oh, no. Aún no.

Le acaricio sus pequeños rizos desordenados.

—Segundo round —susurro muy cerca de su oído.

—¿Qué? —me pregunta confundido —, ¿otra vez?

—¿No quieres?

—No es eso, es que...

—¿Te he hecho daño? —le pregunto, y le coloco un mechón de pelo detrás de la oreja porque no quiero dejar de tocarlo.

Joaquín sonríe con incredulidad.

—No. Estoy bien.

Él se tumba a mi lado mientras se pasa la mano por el cuerpo y me tienta con una expresión divertida que también denota su satisfacción.

—¿Te gustó?

Necesito saber si lo ha disfrutado. Por su expresión diría que sí, pero necesito oírlo de su boca. Mientras espero su respuesta, me quito el condón y lo dejo caer discretamente al suelo.

Él me mira.

—Me encantó, quisiera volver a hacerlo —dice con una risita tímida.

Lo advertí. Te dije que serías igual que yo.

—Date la vuelta y ponte en cuatro.

Él obedece. Se gira lentamente y se apoya sobre sus codos, pone las piernas en la posición que le he ordenado. Su trasero queda perfectamente levantando, listo para que yo lo tome.

Comienzo a acariciarle la espalda hasta tocarle el trasero suavemente, él se tensa y recarga su cabeza sobre la almohada.

—Esta vez iremos más despacio —le digo en un hilo de voz.

Le quito el cabello de la cara y mi pene se estremece al verlo en esta posición tan vulnerable, tan abierto, tan expuesto para mí.

Me quito la camisa y la tiro al suelo.

—¿Quieres que vuelva a cogerte? —le pregunto para provocarlo mordiéndole el lóbulo de la oreja.

Él se retuerce de forma muy excitante debajo de mí.

Quédate quieto. 

—Sí —dice con la voz ahogada.

Deslizo la mano por su cuerpo hasta la parte trasera de sus rodillas, le levanto las piernas y se las separo para que quede bien abierto debajo de mí. Él contiene la respiración, expectante, espero. No se mueve.

Le agarro el pelo a la altura de la nuca y tiro suavemente para colocarlo bien. No puede moverse. Tiene las manos lejos, extendidas sobre la sábana; está completamente inmóvil. 

Llevo mi mano a su miembro caliente y húmedo por el reciente orgasmo. Comienzo a bombearlo lenta y cuidadosamente. Él gime cuando introduzco mi dedo y siento como se tensa.

—Relajate —le digo con voz tranquila —. Te deseo tanto.

Él voltea a mirarme.

—Bésame —me suplica.

No hables, gemir es mejor. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora