23.- A cada santo le llega su capillita.

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O como tener buenos momentos.

Cada que me hacen desaparecer y aparecer siento que pierdo el equilibrio. Es de lo más extraño parpadear y encontrarme en un lugar diferente, siempre he sentido que está mal y termino con un leve dolor de cabeza, de seguro mi conciencia diciéndome que eso no es normal y que no debería actuar como si lo fuera. Yo debería salir corriendo cada que pueda, y lo haría si no hubiera otro demonio siguiéndome.

— ¿estás bien? lamento haber sido tan repentino— Azrael se acerca, está mirándome muy de cerca ¿esperando ver si estoy enfermo? No lo sé, también con Azrael es extraño.

No es eso. Pensaba en lo rápido que me acostumbre a las cosas paranormales.

Tengo que deletrear la última palabra, no estoy seguro de haberla usado antes. Estamos en... un parque, creo, esta tan oscuro que no puedo ver nada más que algunos árboles. Me giro a Azrael, porque si esta oscuro yo no debería ser capaz de leer sus labios.

— ¿Qué pasa?

Estas brillando.

— Sí, a veces pasa— hay un resplandor plateado a su alrededor, como luz de luna. No es cegador, ni tan brillante para iluminar mucho— espera un momento— le veo girarse y de pronto una luz amarilla y temblorosa ilumina el lugar. No estamos en un parque, es un bosque, o esto me parece a mí un bosque. Azrael ha encendido una fogata y se ha sentado junto a ella— he visto que los humanos hacen esto con frecuencia para pasar un buen rato y tomarse un descanso. Conectar con la naturaleza— me encojo de hombros. Nunca he acampado y el lugar más verde que he pisado fue el jardín de una de las familias con las que viví. Me acerco y me siento también.

¿Vamos a asar malvaviscos?

— ¿Cómo?

Olvídalo ¿Por qué estamos aquí?

— bueno... pensé que necesitabas alejarte un poco de todo. Yo a veces lo hago, cuando el trabajo es... demasiado— tengo que hacer un esfuerzo para poder entenderle con la luz del fuego, pero entiendo bien, tal vez demasiado bien. El trabajo del ángel de la muerte— no me quejo, es la misión que me ha sido asignada y la cumplo como puedo.

Es una labor difícil. No cualquiera la haría.

— ¿eso crees? eres amable. Pero no estamos aquí para que tú me estés dando palabras de ánimo. Yo debería hacer eso— ¿a mí? ¿Por qué? ¿Por qué Azrael debería hacer algo como eso conmigo?- nunca te preocupas por ti mismo ¿verdad? he notado eso, siempre estás pensando en cómo están los demás, te estuviste preocupando por Jade aunque tú estabas pasando también por un mal momento. Esa es una conducta muy curiosa ¿Por qué lo haces?- solo veo curiosidad en su expresión, y eso me hace darme cuenta que también he estado notando más expresiones en él pero ¿las está haciendo o solo soy yo?- Michael.

No lo sé. Supongo que es más fácil pensar en los problemas de los demás y no en los míos.

— ya veo. Interesante ¿te gusta este lugar, Michael?- quiero decirle que no veo mucho, pero puedo ver pinos enormes, sentir el viento algo frio, oler el pasto y flores y tierra húmeda, el humo del fuego— también deberías mirar arriba— señala con el dedo. El cielo está lleno de estrellas. Nunca había visto tantas, es increíble. Me quedo mirando mucho rato, Azrael está mirándome a mí, y de nuevo siento el corazón acelerado y un cosquilleo agradable en el estómago.

Es muy increíble. Nunca vi tantas estrellas.

— Es mi lugar favorito cuando quiero estar un momento a solas— no sé qué decir a eso, así que vuelvo a mirar al cielo.

¿No extrañas ir al cielo? Como al cielo y el infierno.

— no lo extraño. Aun puedo ir cuando quiera, aunque no siempre soy tan bien recibido... el trabajo que tengo no es del agrado de muchos que defienden la vida, sin embargo alguien tiene que hacerlo y nunca termina— con tanta gente muriendo... ¿entonces por eso Azrael no es alguien que muestre emociones? Pienso que si tuviera su trabajo a la larga también me volvería insensible— también conozco las entradas al infierno.

Como un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora