Capítulo 29

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POV Jimin

Siempre me ha parecido curioso el paso del tiempo, la relatividad de su existencia. A veces sientes que toma una vida entera en avanzar simples minutos y hay otras veces cuando todo pasa tan rápido como un parpadeo. El caso de esta semana fue lo segundo. Las hojas marrones y secas de los árboles comenzaron a caer con rapidez, adornando el pavimento de las calles y veredas, y despojando a los imponentes árboles de su frondosa melena verde. Las temperaturas bajaban sin piedad y cada vez faltaban menos días para mi cumpleaños. Y todo se sintió como cuestión de segundos. Sin permitirme realizar verdaderamente lo que sucedía. Como ese lunes, un día después de haber visitado la antigua casa de los Jeon, cuando Jungkook llegó casi de noche a la casa con una maleta llena de sus pertenencias. O ese miércoles por la mañana que mi padre me abordó en mi oficina pidiendo explicaciones de porqué sus fuentes le habían dicho que había terminado mi relación con el chiquillo adinerado —fue tan repentino que ni siquiera reparé en cómo "sus fuentes" lo habían descubierto pues no le había dicho a nadie fuera de mi círculo de confianza—, obviamente no lo expliqué mucho y le pedí que se metiera en sus asuntos y dejara tranquilos los míos, eso ganó que me volviera a amenazar con dejarme sin herencia y que se marchara ofendido del lugar.

Vivir ahora sin la constante necesidad de hacer feliz a mi padre es tan liberador como extraño. No sentir el inmenso respeto y admiración por él cada vez que hablamos es aliviante pero hace de las situaciones incómodas ya que ahora no sé cómo actuar con él. Si bien no fue un padre ejemplar, el hombre hizo lo que pudo... hasta que su soberbia y su vanidad lo consumieron y nos trajo donde estamos. He tratado de llevarnos mejor, de transformar nuestra relación en algo un poco más sano, pero no ha funcionado mucho. Él sigue sosteniendo que le debo tanto y no le he pagado nada, sigue reprochando mi actitud altanera y malagradecida cuando, lo que no sabe, es que siempre he sido así, sólo que antes tenía miedo de decepcionarlo y por eso bajaba la cabeza a todo lo que me dijera. Ya no. Y es gracioso cómo cree que por llevarle la contraria carezco de respeto por mis mayores; supongo que llevo un poco de culpa en que crea eso pues yo mismo dejé que me sometiera. Pero no más.

Era viernes finalmente, a tan sólo dos días de mi cumpleaños, y el sol comenzaba a salir por el horizonte. Giré mi torso hacia el lado izquierdo de la cama para poder acurrucarme entre los brazos de Jungkook pero me recibió el vacío, logrando que abriera mis ojos extrañado. En efecto, me encontraba solo en la cama. Levanté mi torso para sentarme y buscarlo con la mirada por la habitación pero tampoco lo encontré.

Ha de estar en la cocina.

Bostecé con pereza en todo mi ser y me puse de pie para caminar hacia el baño, yendo al inodoro a liberar mi vejiga. Dios, qué bien que se sentía. Volví a ponerme de pie una vez terminé y jalé de la cadena para proceder a desnudarme. Tomaría una ducha para terminar de despertar. Abrí el grifo de la regadera y regulé la temperatura del agua, dejando que la tibia lluvia artificial empapara mi cuerpo por completo, relajando todos los músculos tensos por el frío y disfrutando de la deliciosa sensación. Habían tantas cosas en mi cabeza pesando, tantas responsabilidades y situaciones a las que atender, pero por alguna razón pasaban a un olvido temporal mientras las abundantes gotas de agua lavaban cualquier rastro de impureza de mi cuerpo. La aliviante sensación se extendió junto al líquido incoloro sobre mí, disminuyendo cualquier otro sentido y dejando que el tacto tuviera su estelar. Debido a mi ensimismamiento me fue imposible reconocer el sonido de la puerta siendo abierta ni los pasos adentrándose al cuarto de baño, únicamente abrí mis ojos cuando una voz ajena a la mía habló un rato después.

—Linda vista. —pronunció Jungkook con una pequeña sonrisa.

Volteé a ver en su dirección y estaba al otro lado del cristal que funcionaba como puerta de la ducha, con su torso descubierto y unos pantaloncillos deportivos sosteniéndose de sus caderas, su cabello estaba húmedo y su rostro tenía rastros de sudor. Me miraba con un brillo en los ojos que no pude diferenciar y una de sus lindas sonrisas que lo asemejaban a un conejito —últimamente me regalaba muchas de ésas y yo no podría estar más feliz—.

Corazones Mentirosos | kookmin 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora