Capítulo 26

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La llamada entrante en su móvil logró hacerlo despertar, frunciendo su ceño antes de tomar el aparato en sus manos y ver con su vista borrosa la pantalla, tardando unos segundos para enfocar el nombre de su amigo.

—¿Mmm? —graznó soñoliento sin ganas siquiera de hablar.

He hecho lo que me pediste: vendrá hoy luego de almuerzo a reunirse contigo. Tienes dos horas libres para resolver todo. —habló la grueso voz de su mejor amigo al otro lado de la llamada, con el mismo tono de hastío de siempre. Ni tener dos parejas le ayudaba a mejorar su actitud huraña.

—Mhmm.

¿Sigues durmiendo? —preguntó insólito.

—Mmm.

¡Por tus malditos muertos, Jeon! Para el culo de la cama y vente que tenemos mucho que hacer. —exclamó molesto.

—Mmm. —gruñó de malhumor.

Me vuelves a responder en ese tono y te dejo sin lengua. —dijo ofendido, como si realmente le hubiese dicho algo coherente—. Vete a arreglar de una buena vez. Tienes 30 minutos para traer tu culo aquí o de lo contrario... llamaré a Jimin.

Como si le hubiesen tirado un valde de agua fría, abrió sus ojos en grande, con el sueño yéndose de su cuerpo y siendo reemplazado por nada más que tensión. Hacía casi dos semanas que no veía al castaño, desde la mañana siguiente a haber llegado de Busan, esa mañana en la que realizó lo que estaba pasando entre ambos y decidió tomar distancia del menor durante un tiempo para aclararse. Le contó todo a Yoongi inmediatamente lo vio, incluyendo el cómo se sentía al respecto, y el azabache le ayudó con varios consejos aunque muchos "te lo dije" "te lo advertí" y "si me escucharas alguna vez en tu vida nada de esto estaría pasando". Daba igual. Lo hecho, hecho estaba.

Desde entonces el nombre del castaño era casi un tabú en sus conversaciones ya que llenaba de nuevo de inquietud al mayor y le ponía tenso gracias a la incógnita de qué hacer para resolver el embrollo en el que ellos mismos se enredaron por no saber controlar sus emociones. O al menos él, porque nada le aseguraba que Jimin se sintiera de la misma forma que él. ¡Tenía un jodido novio! ¡Y ESE ERA SU HIJO! Había menos del 1% de probabilidades de que el castaño hubiese desarrollado sentimientos románticos hacia él sabiendo que tenía una pareja que le quería y Jungkook era alguien casado y con familia.

Jimin es más inteligente que yo.

—Jódete. —respondió afónico.

¡Oh, claro! Olvidaba mencionar que, a consecuencia de haberse tomado un tiempo de sus visitas al castaño, había vuelto a dormir en su casa por lo que debía soportar a Lisa siendo más insoportable que nunca, teniendo como una solución para alivianarse del dolor de cabeza que eso suponía gritar hacia la nada en los extensos jardines como un loco hasta sentir que podía vovler a entrar a su casa y seguir en la presencia de su esposa sin cometer un crimen de odio. Era una relación completamente tóxica y podrida, lo sabía.

¿Cómo? Es que no te escucho. —se mofó Yoongi.

—Taehyung y Hoseok, imbecil. —rebatió para molestar a su amigo.

Conoce tus límites, Jeon. —le amenazó con voz plana, logrando que quien riera ahora fuese el pelinegro.

—Nos vemos en la oficina. —dijo y, tras la afirmativa de Yoongi, colgó.

Quitó las sábanas de su cuerpo y se levantó arrastras hasta el baño, sin energía ni ganas para hacer nada. Mentiría si decía que no extrañaba despertar con Jimin entre sus brazos y compartir dulces caricias para despertarse, o directamente orgasmos, y luego la tranquilidad de sus desayunos con las canciones de la interminable lista de reproducción del castaño de fondo, escuchándolo cantar sutilmente. Ahora despertaba con un sentimiento de vacío en el pecho y era un manojo de malhumor hasta que ingería su tercer café de la mañana, entonces se ponía soportable, no antes. Sus duchas ya no olían a gel de baño con aroma a duraznos, sólo a jabón común y corriente. Lavar sus dientes no era divertido ahora que lo hacía solo mientras miraba su aburrido reflejo y no junto a Jimin mientras tonteaban alrededor. Vestirse ya no era el juego sensual de todas las mañanas en donde se deleitaba de la preciosa figura del castaño mientras éste se preparaba para su trabajo, caminando en braguitas de encaje —que solía ponerlas el mismo azabache con adoración— mientras conseguía su ropa e intetaba ignorar la presencia juguetona del mayor, ahora sólo estaba él dentro de su vestidor vistiéndose con aburrimiento e insultándose a sí mismo por ser tan estúpido como para haber creado una rutina con su amante y ahora echarla en falta.

Corazones Mentirosos | kookmin 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora