Capítulo 37

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El melódico sonido del piano arrullaba la sala de estar en esa fría mañana de noviembre. Los ojos del azabache estaban cerrados y sus dedos se movían ágiles por los azulejos, recordando de memoria cada nota en aquella dulce tonada.

Pocos días después de mudarse junto a sus prometidos, ambos le sorprendieron con un hermoso piano de cola ubicado en uno de los rincones de la sala de estar, frente a uno de los ventanales que dejaba ver la hermosa silueta lejana de los edificios y la ciudad de Seúl. Yoongi sólo pudo llorar de felicidad.

Una suave sonrisa nació en sus labios y continuó con su canción, hasta que unos brazos bajaron con pereza hasta su pecho y un beso fue depositado en su coronilla. El olor a lavanda fresca le dejó saber que era su hermoso peliazul.

—¿Cómo logras enamorarme cada mañana? —preguntó con ensoñación, posando su mejilla en el hombro del mayor quien sólo sonrió con timidez.

—¿Los desperté? —preguntó un tanto preocupado por haber irrumpido el sueño de los dos hombres.

Taehyung sonrió y asintió con su cabeza, mirando de costado el rostro de Yoongi con adoración.

—Pero no como lo piensas. Fue hermoso despertar escuchando tu tonada. —dejó un largo beso en el cuello níveo del azabache—. Tan romántica y alegre, se sintió como una serenata.

Yoongi rió.

—Y mientras te escuchábamos tocar el piano fue inevitable que no hiciéramos el amor. —rió bajito.

—¿Se calentaron sólo por eso? —bromeó.

—No, sólo nos sentimos muy contentos. Aunque no niego que se sintió un tanto erótico que tocaras el piano a lo lejos mientras hacíamos el amor.

—Me alegra que también estén de buen humor entonces. —Yoongi le sonrió y le atrajo con sus dedos de la barbilla para por fin unirse en un lento beso.

Taehyung se acomodó en segundos, quedando con sus piernas abiertas sobre el regazo del mayor, hundiendo sus dedos en el largo cabello azabache de su prometido y dejando salir un suspiro lleno de ensueño. Se besaban con calma y entre sonrisas, con las manos de Yoongi acariciando la cintura del peliazul y bajando de vez en cuando al cuello del menor para llenarlo de besos y pequeñas mordidas. Los pasos de Hoseok resonaron en el pasillo y el moreno sólo pudo sonreír enamorado al ver a sus dos chicos sobre el banco del piano. Se acercó con calma y posó su mano sobre el hombro del mayor, entrelazando sus dedos con los de Taehyung y bajando su rostro hasta el del azabache, quien cambió de boca a boca, ahora besando con profundidad a Hoseok.

Y se mantuvieron en su burbuja de amor unos segundos más, hasta que se separaron de a poco y entre sonrisas se dieron los buenos días.

—Iré a preparar el desayuno, ¿vale? —dijo Hobi sonriéndoles, a lo que ambos sólo asintieron e intercambiaron un rápido pico.

—Yo debo ir a bañarme. Debo pasar por mi casa antes de ir a la oficina.

—¿Aún está Jungkook allá? —preguntó Taehyung.

—Sí, tan sólo han pasado un par de días pero... la está pasando mal.

—Pobre... —murmuró—. ¿Todavía no le habla a Jimin?

Yoongi negó.

—Mi pobre alma gemela ha estado intentando hablarle por todos los medios y él lo sigue evitando, no puede ignorarlo por siempre, están en una relación.

—Eso tú y yo lo sabemos, precioso, pero Jungkook está ahogado en sentimientos negativos y no puede pensar con mucha claridad ahora.

—Pues aclárale las ideas de una cachetada. —bufó. Yoongi rió.

Corazones Mentirosos | kookmin 국민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora